JESÚS MANUEL GARCÍA. En el año 1908 tuvo lugar en Baiona un almuerzo en homenaje al industrial Laureano Salgado. Este hombre estaba relacionado con la electrificación de varios municipios del sur de Pontevedra, incluido O Porriño, de donde se cree nacería la amistad con la familia Palacios. Fue en aquel almuerzo festivo en el que el orgulloso industrial dio la noticia de la intención que tenía de ubicar en el baionés monte de San Roque un gran monumento, una especie de faro que con su luz eléctrica ayudara a la navegación nocturna. Iglesias Veiga nos dice que a esa comida asistieron, entre otros, José Palacios, el boticario porriñés, hermano de Antonio. En la prensa de la época puede leerse que el monumento iba a costar 30.000 pesetas solamente en el inicio de los trabajos.
El proyecto, que hoy no se conserva, era el de la famosa Virxe da Roca. Como había que obtener fondos, los vecinos de la villa formaron una comisión encargada de organizar la representación de la obra lírica La Virgen de la Roca, a la que puso música el religioso Ángel Rodulfo, con letra de José María Barreiro. Esa obra se llevó a las principales ciudades de Galicia y acabó siendo representada en Madrid. Corría el año 1911. Antonio Palacios tenía terminadas las trazas en 1909 y, al igual que sucedió con otros proyectos de su autoría, puso el mejor de los entusiasmos.
Había diseñado una gigantesca imagen en piedra de la Virgen, que ronda los 16 metros de altura. Salvo la cabeza y las manos, el resto de la talla es de granito. El resto es de mármol blanco. Desde la cabeza coronada caía un paño sobre la túnica. En esta obra observamos un detalle típico en Antonio Palacios: la combinación de diversos materiales, algo que ya había hecho en la Fonte do Cristo de su villa natal. Así, el arquitecto emplea hierro forjado, mármol, cerámica y granito.
Para ver imágenes originales del proyecto hay que recurrir exclusivamente a la prensa del momento. En el brazo derecho la Virgen sostiene un barco que hace de mirador, al que se asciende por el interior de la gigantesca escultura. De acuerdo con una foto de 1923 publicada en Vida Gallega, la Virgen no tenía la corona que lleva hoy, es decir, el nimbo circular en el que se inscribe una cruz. Se preveía que esta talla fuese un faro que guiase a los marineros. Simbología perfecta. Pero como se percataron que los destellos del farol que se pretendía montar pudiesen causar confusión en los marineros, no se le instaló.
Las obras comenzaron un 18 de septiembre de 1910, estando presentes los duques de la Conquista, que representaban a la Casa Real, además de diputados y senadores de Pontevedra. Antonio González Romero es el constructor que supo dar forma a la idea de Antonio Palacios tallando el granito. Del mármol se encargó el escultor madrileño Ángel García Díaz.
La Virxe da Roca fue inaugurada con toda solemnidad el 14 de septiembre de 1930. Más tarde se completó el entorno natural de este monumento con la colocación de un viacrucis de piedra. Palacios dejó en Baiona un monumento lleno de expresividad. La imagen en su base parece surgir de las peñas del montículo sobre el que se levanta. Se trata de un parque para disfrutar con las vistas al mar abierto en esta puerta de entrada a la Ría de Vigo.
Hay otro detalle en relación con esta obra, que también es típico en ciertos proyectos palacianos, sin salir de Galicia: el uso turístico. Begoña Fernández Rodríguez lo detectó en la documentación en el caso baionés. Nosotros detectamos algo similar en la documentación para ese proyecto urbanístico de Palacios en la ciudad de Ourense, donde el turismo era otro factor manejado para sacar adelante su fallido proyecto de la Praza de San Martiño, como se verá en breve en nuestra próxima monografía al respecto. En Baiona la mirada de la Virxe da Roca se muestra ensimismada en las aguas del Atlántico, a las que mira con ese hieratismo que se detecta en la parte superior del monumento, no así en el efecto de los pliegues de la túnica, anclada al cerro.
Nuestra visita a este magnífico lugar se hizo en una soleada tarde de primavera, en la que el viento silbaba a toda potencia en aquella altura, bello entorno verde y rocoso del que brotan pinos y donde todo mira al océano, que desde una perspectiva nos permite observar la grandeza de las Cíes, y desde otros ángulos nos brinda la luz cegadora de poniente, a pleno mar abierto. Arte y naturaleza fundidas de modo magistral en el monte de San Roque. Con Baiona a sus pies.
Para conocer con más detalle esta obra es ideal visitarla y consultar cualquiera de estas obras:
FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, Begoña: El reflejo del tiempo. El conjunto histórico de Baiona, Santiago de Compostela, Andavira, 2014.
IGLESIAS VEIGA, Xosé Mª. Ramón: Antonio Palacios, arquitecto. De O Porriño a Galicia, Pontevedra, Deputación de Pontevedra, 1993.
JURADO, Javier y REINERO, María: (eds.): La Virgen de la Roca. Apropósito lírico-dramático en un acto y tres cuadros, Madrid, Ideamúsica, 2015.
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