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Huellas del Instituto Nacional de Colonización: La iglesia de Ons

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JESÚS MANUEL GARCÍA. Volvemos a la pontevedresa Isla de Ons, esta vez para visitar el pequeño templo de San Xoaquín. En esta isla es muy fácil encontrar lugares para meditar. Los hay en su naturaleza, en cualquier rincón entre árboles, rocas, y el mar. Los hay igualmente en las noches despejadas de niebla ya que en Ons, al no haber luz eléctrica por la noche, se puede disfrutar de un cielo plenamente estrellado. El horario de luz artificial en la isla es de 12.00 a 16.00 horas y de 19.00 a 01.00 horas. Pero también hay un céntrico lugar que permanece abierto de par en par cada día: el templo, recinto agradable que forma parte de un conjunto de edificios ejemplo de una pequeña actuación del Instituto Nacional de Colonización de los años 60 del siglo XX.

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Portada occidental del edificio, con un rosetón falso, leyendas alusivas al patrón y escenas que invitan a entrar.

En este pequeño templo destaca la luz de sus vidrieras, el tratamiento del espacio interior, posconciliar y los paneles del viacrucis. La iglesia se estructura como un inmueble de cubierta a dos aguas, con su puerta principal al oeste, edificio coronado por una voluminosa torre de planta cuadrada y de solo tres fachadas blancas que ascienden adosadas al muro de la capilla mayor, terminando en un espacio donde se ubica una pequeña campana, en la cima de un hueco en forma de suave cruz, dotado de un balcón. El lado este de la torre está abierto y muestra que sirve de caja de una escalera para alcanzar el grácil campanario. Los muros del edificio combinan la piedra con la pintura blanca y los vanos rectangulares de las vidrieras. Esta iglesia nos habla de una época en la que se fue generalizando la idea de que el arte contemporáneo, en efecto, mostraba numerosas opciones para expresar lo sagrado. A mediados del XX hubo debate acerca de si era mejor mantener la dignidad clásica del templo o aventurarse al purismo, a un no depender tanto de la arquitectura. Ya Sáenz de Oíza decía que no tendría que ser un problema que las iglesias se pareciesen a un cine o a un garaje con tal de que sirviesen para evangelizar, como sostenía Capelláns, defensor de la adecuación del programa antes que de la belleza o fealdad del edificio. En Ons tenemos un pequeño edificio bonito, funcional, sencillo y modesto.

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Detalle de una de las vidrieras de esta iglesia insular.

En la puerta principal hay alusiones a San Xoaquín, patrono de la parroquia, en azulejo, con una estética propia de los años sesenta. Una vez atravesado el umbral, vemos un salón donde se ubican los bancos y las gradas de la capilla mayor. Sobre la mesa del altar se ubica una imagen de la Virgen de Fátima y encima de una mesa auxiliar, entre las gradas y los bancos, se exhiben varias imágenes de santos y de la Virgen.

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El reducido espacio del baptisterio es rico en simbolismo en Ons: luz, agua, decoración con peces.

Lo que sorprende es el colorido de las vidrieras, que transmite alegría al espacio. Un espacio bien trazado para un edificio tan pequeño. Al entrar, a la izquierda, descubrimos el baptisterio. Un espacio cuadrangular, con una vidriera horizontal que ilumina la pila. No se necesita más para marcar la belleza de este lugar concreto que nada tiene que envidiar a otros baptisterios de la misma época incluso en edificios de mayor empaque. Luz y agua, un summum simbólico. Luz natural interpretada y convertida, nada más tocar los vidrios, en mensaje de alegría, paz, sosiego, profundidad.IMG_9648 Desde el baptisterio, sin salir a la nave de la iglesia, pasamos a otro espacio, también ubicado al norte, a modo de capilla, quizás fuese diseñado para ubicar el sagrario. Sea como fuere, todo este espacio construido se presta al sosiego, abierto de par en par hacia el mar.

Junto a la iglesia se ven adosados otros edificios, desde la vivienda parroquial hasta otras casas adosadas de planta baja y primer piso, que siguen la estética de la arquitectura de colonización de su época. Cuenta Staffan Mörling y su esposa, Josefa Otero Patiño, en un trabajo delicioso que publicaron, que en el año 1966 el ingeniero de las obras de estos edificios de colonización propuso a los vecinos de la isla cambiar el patronazgo de San Xoaquín y dedicar la nueva iglesia a San Pedro, el apóstol que había sido pescador. Los isleños se sorprendieron y no levantaron la mano en favor del apóstol, prefiriendo mantener como titular de la parroquia al santo esposo de Santa Ana.

A los pueblos que levantaba el Instituto Nacional de Colonización se les ponía el nombre del río donde se ubicaban, por ejemplo. En Ons posiblemente se pretendiese asociar el nuevo núcleo colonizador al mar mediante la figura del príncipe de los apóstoles. Pero los isleños se negaron y aquel referéndum resultó apabullante a favor del santo local de siempre. Y en este detalle se ve, como señala Mörling, un marcar fronteras, pues los habitantes de Ons se consideraban diferentes desde hacía mucho tiempo, aunque solo fuese por no poder ser propietarios de las fincas en las que trabajaban, tampoco podían tener las escrituras de sus propias casas, construidas por ellos mismos. Y en medio de esto, elegir a San Pedro como titular de la iglesia local era una idea que había surgido fuera de la isla, y a ellos les importaba lo suyo, es decir, mantener al patrono de toda la vida. Dice el autor arriba citado que la frontera de la comunidad la constituye «a noción de contraposición do indíxena fronte ao foráneo» y conservar tal idea es básico para que la comunidad no muera.

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Sencillo interior, muy funcional, donde la luz colorista combina con el blanco y azul de la nave.
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Otra imagen de la luz misteriosa, simbólica.
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El viacrucis se ilustra sobre azulejos. Aquí vemos la escena del lavatorio de Pilatos.
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Esta otra escena muestra a Jesús con la cruz a cuestas, camino del Calvario.

El Instituto Nacional de Colonización se creó el 18 de octubre de 1939 como una herramienta con la que desarrollar la  la nueva política agraria franquista. El Nuevo Estado pretendía borrar el objetivo de la Segunda República al respecto, que consistía en redistribuir la tierra cambiándolo por una política colonizadora caracterizada por la transformación del medio rural mediante el regadío y el incremento de la producción elementos gracias a los cuales se pudiera asentar en los pueblos de colonización una población campesina que fuese autosuficiente. Bien es cierto que esta política colonizadora franquista no dio el mejor resultado por el hecho de no acabar con la desigualdad social. Con todo, no se debe negar que esta política influyó socialmente en lo económico, en la agricultura y en el paisaje. Incluso en los últimos años surgió en el ambiente científico el consenso para considerar la importancia de la arquitectura de dicha política colonizadora, con los pueblos de nueva planta creados, que en España superaron los trescientos, siendo uno de ellos, en pequeña escala, este de Ons que hoy forma la capital de la isla, es decir, el núcleo de Curro, en el que se encuentran los restaurantes, tienda, cafeterías y el centro de visitantes del parque nacional. Una pequeña muestra de una política de otro tiempo, que ha dejado una pincelada en la isla, un bodegón de edificios sobre el que predomina la torre del templo, ciertamente elemento de atípico diseño para una iglesia rural en Galicia.

Publicado enArquitecturaArteIsla de Ons

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