JESÚS MANUEL GARCÍA. Es fundamental cultivar el respeto hacia el patrimonio cultural desde los primeros estados del sistema escolar. Partiendo de la idea de que no se valora ni se cuida lo que se desconoce, llega el momento de quedarnos solo con tal máxima y ponernos a la obra para, al menos, ayudar a evitar que de los centros educativos salgan generaciones de jóvenes sin respeto por los bienes culturales que la historia nos va legando. Porque el patrimonio cultural es nuestro, nos da personalidad como pueblo y nos acompaña toda la vida en cuanto que formamos parte de esa sociedad. No es o no debe ser este campo del patrimonio cultural un hueso o algo tedioso. Hay motivos más que suficientes para que resulte agradable, divertido y provechoso. Y así es como hay que ofrecérselo a los más pequeños.
Hacerles ver, mediante acciones simples, juegos, etc., la importancia, a su nivel de entendimiento, de un cuadro, de un edificio, de un libro, de un paisaje… Podemos sorprendernos. Ya lo hemos experimentado en la fase de formación de alumnos universitarios que se preparan para ser maestros de la especialidad de Educación Infantil en el campus de Pontevedra de la Universidad de Vigo. En el nivel tercero, y en dos cursos distintos, en el 2015 y ahora en el 2016, han sido capaces de crear más de medio centenar de unidades didácticas con los elementos más variados y sorprendentes del patrimonio gallego. Así se ha reunido un corpus que toca arqueología, arquitectura, patrimonio inmaterial, fiestas de interés; gastronomía típica gallega, personajes de algunos de los carnavales o entroido más señeros de Galicia; castillos, castros, las islas atlánticas: San Simón, Cíes, Tambo; la historia de la navegación, la Batalla de Rande; la fiesta vikinga de Catoira; la Festa da Istoria de Ribadavia; el Peliqueiro de Laza; la música tradicional de Galicia; la muiñeira… En este corpus hay centenares de propuestas para que los escolares de 5 años se metan de lleno a disfrutar con toda esa riqueza. Y da igual que sean petroglifos, o una leyenda como la de Doña Urraca en conexión con la catedral tudense. Da igual que se trate de la presencia de seres mitológicos en las fachadas de Vigo, o de la mitología gallega, algo de lo que los niños saben más bien poco o casi nada, al contrario de lo que ocurre en otras comunidades.
Cada unidad va debidamente ponderada con los contenidos adecuados para que ese bien cultural entre, como si nada, en la mente de los infantes. Es un trabajo que si se lleva a cabo acabará por calar en ellos, y de se modo cuando vayan creciendo se acordarán de algo que hicieron en la escuela en relación con eso que tiempo después ven de otro modo. Y se percatarán que les suena, que les gusta, y que hay que conservarlo.
En esas páginas hay rudimentos que aproximan a los niños cosas de nuestra historia debidamente adaptadas para su elemental comprensión. La experiencia merecerá la pena. A los alumnos porque aprenden jugando e interactuando de mil manetras. Al profesor, porque le resulta un acicate importante con el que se siente realizado. Y, a la larga, a la propia sociedad, que se verá reforzada con ciudadanos concienciados de la necesidad de cuidar, proteger nuestro patrimonio común. Nada hay imposible. Es cuestión de ponerse en marcha y el destino de todo esto acabará por sorprendernos gratamente.
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