JESÚS MANUEL GARCÍA. La ciudad de Ourense, patrimonialmente hablando, es una deliciosa caja de sorpresas. Una de ellas la constituye esta talla, obra de Ramón Lapayese, que preside con pasmosa expresividad la no menos interesante capilla del colegio marista de la ciudad de As Burgas. Es un Cristo resucitado, algo poco común en templos católicos. En Galicia seguramente no haya otra obra que presida un presbiterio con la fuerza de esta, donde el Cristo parece que flota en el espacio. Per crucem ad lucem, con esa claraboya de blanca luz hacia la que parece ascender.
En este presbiterio todo es simbolismo que hay que descubrir, empezando a leer el espacio desde el pavimento. Y la sorpresa nos seguirá maravillando. Esta capilla se ha adelantado a muchos templos modernos ourensanos. Es, diríamos, una revolución de su época. Todo en ella es rico, misterio, juegos de luz y manejo de muros con distintos materiales además del tratamiento del espacio que ya se presenta diferenciado de las aulas contiguas de manera plástica y, por qué no, contundente. En este recinto sagrado la caricia suave de la luz y el misterio se perciben desde que ponemos los pies en los distintos accesos. Obra de Lapayese es también la talla gigante de la Virgen, el vanguardista Viacrucis y el sagrario. Son piezas para conocer y tener en cuenta en una ciudad que destaca por guardar un selecto patrimonio monumental. También del siglo XX.
El 27 de mayo, el Colexio de Arquitectos de Galicia a través de su delegación en Ourense, celebró una nueva sesión de su ya tradicional Olladas na Rúa, un programa que consiste en conocer , cada mes, un edificio singular o un espacio urbanístico que es comentado por un ciudadano que tiene relación cercana a él y por un arquitecto. Para mayo escogieron precisamente visitar el imponente edificio del Colegio Marista Santa María, obra importante en la arquitectura escolar de hace algo más de medio siglo y también en el urbanismo de esa zona de la ciudad, pues condicionó la apertura de dos importantes vías que discurren paralelas a sus dos fachadas pétreas. Y décadas después de igual modo condicionó la apertura de la actual calle de Ramón Cabanillas.
El colegio marista todavía posee otras obras de interés, empezando por los dos relieves de Antonio Faílde que decoran la parte inferior de las dos torres que flanquean la rotonda que constituye la fachada principal del edificio, torres en cuyo interior se hallan sendas escaleras para la circulación vertical en este gran inmueble. De guiar el recorrido por el interior del colegio se encargaron el profesor doctor Xavier Limia Gardón y la arquitecta y ex alumna Laura Barja Regueira.
En pleno centro de Ourense se puede hacer un alto para descansar y disfrutar con estos trabajos que no son sino manifestaciones del arte del siglo XX que forman parte del paisaje urbano de esta ciudad. Y de modo especial de las innumerables personas que por este colegio pasaron durante décadas. Es una contribución un tanto escondida, que sale al encuentro de quien quiere contemplarla, disfrutarla y, quién sabe, «cargar» las pilas entre guiños de luz y una brisa ligera que mece ese suave campo de violetas…
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