JESÚS MANUEL GARCÍA. Para evitar los atentados contra el patrimonio lo mejor es conocerlo bien. Solo así, una sociedad reconoce la importancia del legado que los siglos le hacen y crea en ella la necesidad imperante de conservar tal riqueza. Y esa campaña de conocimiento es preciso iniciarla desde los primeros niveles del sistema escolar. La nueva Lei do Patrimonio Cultural de Galicia ya contempla introducir esta asignatura en la secundaria. Pero quienes estamos en esto de la difusión de nuestro patrimonio, no podemos olvidar que hay que empezar a trabajar desde mucho más abajo. Tenemos la oportunidad de hacerlo con alumnos de Ciencias de la Educación que se preparan para graduarse como profesores de Educación Infantil. Su labor va a ser preciosa y llena de importancia pues nada menos que les toca encarrilar a los más pequeños por la senda del conocimiento, dando los primeros pasos para iniciar un largo recorrido educativo. Estamos trabajando en formas de acercar nuestro patrimonio de la manera más divertida a los niños de hasta cinco años de edad. En esta segunda campaña, los bienes culturales elegidos son, como en la anterior, variados y ajenos a su complejidad mayor o menor.
El alumnado trabaja en grupos diseñando su propia unidad didáctica cargada de rigor pero adaptada a esas edades tan tempranas. Hay que insistir y trabajar en ello, tarea apasionante porque les permite dialogar, debatir, escoger opciones para construir ese proyecto, y adaptarlo de modo sorprendente para ser utilizado en clase con los párvulos. Nos honramos de poder realizar este proyecto en la Universidad. Crea estímulo en los alumnos, que han escogido aquel bien que más se adapta a sus gustos, sea una leyenda, un paisaje, un monumento, un petroglifo, etc. Son nuestras raíces, elementos que nos identifican como colectivo. Y es un orgullo hacérselos entender de un modo muy didáctico y sencillo a nuestros pequeños. Se divertirán jugando, aprendiendo y les empezará a sonar eso del patrimonio, eso de la cultura, eso que de niños les habían enseñado y, al ir creciendo, van a mostrar mayor interés por verlo, disfrutarlo como algo normal de nuestra vida cotidiana y, por ello, conservalo. En Galicia hay iniciativas didácticas para los más pequeños, entre ellas se pueden citar las de museos, como las que produce el Gabinete Didáctico del Museo de Pontevedra, o los libros y puzzles de la serie Os Bolechas, por mencionar solo algunos ejemplos.
Todos los medios para acercar los iconos de nuestro patrimonio a los más pequeños son importantes. Y a raíz de esto recordamos aquella iniciativa que ayudaba a los niños españoles de finales de los setenta a entender algo más nuestra historia universal con Érase una vez el Hombre, amén de la polémica surgida por cómo se trataban ciertos episodios. Todo esto a lo que nos referimos en estas líneas es enorme, apasionante, positivo cuando se hace, en este caso concreto, con los escolares y, rizando el rizo, con los de menor edad. Claro que es posible. Podemos decirlo por experiencia. Es la manera de que, en un futuro a medio plazo, respetemos más lo que es de todos y que nuestros antepasados nos fueron legando. Bienes arquitectónicos, escultóricos, bibliográficos, etnográficos, arqueológicos, industriales, etc. No se puede perder el tiempo. Urge esta concienciación patrimonial por muchas razones. Lo bueno es que siempre compensa.
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