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El oratorio barroco de las Santas Formas de Alcalá

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A la izquierda de la imagen se observa la cúpula del oratorio, justamente detrás de la cabecera del templo de Santa María, iglesia jesuita. FOTO: J. M. G.

JESÚS MANUEL GARCÍA. Vamos a conocer hoy un pequeño lugar lleno de paz y belleza en el centro de la monumental ciudad de Alcalá de Henares, Madrid: la capilla de la Santas Formas, que esconde una larga tradición en la ciudad complutense. Es, como señala  J. C. Canalda, una celebración hoy discreta que antaño fue una de las grandes fiestas alcalaínas. Las 24 santas formas se veneran en una singular capilla u oratorio.

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Desde la calle Libreros accedemos al oratorio por un callejón paralelo al costado norte de Santa María. FOTO: J. M. G.

Las Santas Formas suponen una tradición nada menos que de algo más de 400 años en esta ciudad. Su origen hay que situarlo el primero de mayo de 1597. Siguiendo a  Canalda, en el templo de Santa María, que no era el actual, jesuita, que data del siglo XVII, un morisco pidió al padre Juan Juárez que lo confesara. Tras la expulsión de los judíos por los Reyes Católicos un siglo antes, quedaba en España una minoría considerable, los moriscos, que eran españoles que practicaban la religión musulmana que tras no pocos hostigamientos acabaron siendo expulsados en 1609 por Felipe III.

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Detalle de la nave y la cabecera, circular, bajo la cúpula. FOTO: J. M. G.

El morisco que pidió confesión se acusó de haber profanado varias iglesias, en compañía de terceras personas. De esas profanaciones se hicieron con 26 formas consagradas sustraídas de tres templos que el arrepentido había salvado de la destrucción, dándoselas al jesuita envueltas en papel. Los receptores tuvieron sus dudas acerca de qué hacer con esas formas. No aceptaron consumirlas, pensaron en destruirlas aunque ante la sospecha de que estuviesen consagradas hizo que las guardaran en un recipiente de plata junto al altar. Los religiosos confiaban que con el paso del tiempo aquellas formas se corrompieran.

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Expositor alusivo a las Santas Formas en su oratorio de Alcalá. FOTO: J. M. G.

A pesar del paso de los años las formas seguían en buen estado. Los jesuitas investigaron el caso en silencio. En el año 1608 colocaron esas formas en un espacio subterráneo y húmedo. Junto a esas formas pusieron otras de las que tenían certeza que estaban sin consagrar. Estas últimas se estropearon mientras las otras continuaban frescas y sin doblez alguna. En 1615 fue anunciado el milagro, colocando las formas en la iglesia. Los jesuitas todavía pusieron esas sagradas formas en manos de médicos y otros científicos. El médico Pedro García Carrero examinó el curioso material y concluyó que no había razón alguna que explicase la no corrupción de aquellas formas después de tantos años. Consideraba la posibilidad de milagro.

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La cúpula con sus frescos es el elemento arquitectónico más espectacular del oratorio. FOTO: J. M. G.

El 16 de junio de 1619, Cristóbal Cámara, vicario general de Alcalá, proclamó el milagro. Téngase en cuenta que estamos en tiempos barrocos, en los que se daba una importancia enorme a las reliquias e imágenes, a lo que contribuía la Iglesia Católica para reafirmar su mensaje en medio de la Contrarreforma. El papa Urbano VIII concedió indulgencia a quienes visitasen el templo donde se exponían las santas formas. Beneficios espirituales concedieron también los papas Alejandro VII y Pío VI en los siglos XVII y XVIII.

A partir de entonces se fijó fecha para tan importante fiesta local, que de ser móvil pasó a fijarse de forma estable en el quinto domingo después del de Resurrección que es el previo a la Ascensión. La fiesta incluía una misa con procesión en la iglesia de los jesuitas. Esa procesión salía a la calle de modo especial cuando las Santas Formas se trasladaban a la Magistral. Las Santas Formas fueron introducidas en una custodia especial que donó el cardenal Spínola, que había sido obispo de Tortosa y arzobispo de Santiago y de Sevilla. Custodia y formas desaparecieron en la Guerra Civil. Se sabe que era de plata maciza sobredorada, muy parecida al tabernáculo del retablo mayor del templo jesuita. Bajo la cúpula se ubicaba un viril o custodia menor octogonal con tres huecos por cada lado para acoger las 24 santas formas que se conservaban, 19 íntegras y cinco fragmentadas. Tal era la devoción del pueblo que fueron invocadas y veneradas de forma especial ante la sequía de 1622 y la riada de 1626. Fue entonces cuando el Ayuntamiento de Alcalá hizo voto perpetuo hasta el fin de los tiempos, de asistir cada año a la misa y procesión. El juramento solemne data del 22 de marzo de 1626. A las Santas Formas se atribuyeron milagros y desde 1687 tienen en la iglesia de los jesuitas capilla propia, dotada de elegante cúpula y frescos de Cano Arévalo. Hoy podemos ver en ella un retablo que alude a las Santas Formas.

Cuando en 1767 fueron expulsados de España los jesuitas, dichas formas continuaron en su iglesia. Al año siguiente se solicitó su traslado a la iglesia Magistral, accediendo el rey Carlos III. Fueron en efecto llevadas al templo mayor en una muy solemne procesión. Según la documentación fue la tercera vez que las Santas Formas salieron a las calles alcalaínas. En la Magistral fueron custodiadas y visitadas por varios reyes españoles. Al estallar la contienda civil fueron saqueados varios templos de la ciudad, perdiéndose numerosas obras de arte. Se había perdido la custodia de las 24 Santas Formas, de la que nada más volvió a saberse. En la restaurada capilla, hoy se respira silencio, fervor y mucha paz en un espacio tranquilo y muy armónico, con cúpula, pilastras, arcos y el recuerdo de la interesante historia de esta gran ciudad monumental.

 

 

 

 

Publicado enAlcalá de HenaresArquitecturaArteHistoriaPatrimonio

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