JESÚS MANUEL GARCÍA. En la villa de O Porriño hay lo que se puede calificar como anacronismo. Se trata del paso a nivel de la estación de ferrocarril. Dicho paso se halla situado en plena estación, en las agujas de la salida hacia Guillarei y Ourense. Sobre ese paso están tendidas la vía general y una secundaria que se abre, entrando en la estación, a la izquierda de aquella para desdoblarse en al menos en otras dos. El paso a nivel de O Porriño tiene señales acústicas, luminosas y barreras. Cuando el tren deja ver su potente luz frontal a lo lejos, en la interminable recta de As Gándaras, las barreras se bajan hasta que el convoy entra todo él en la estación, para detenerse o pasar de largo. Y lo mismo sucede cuando el tren se está aproximando a O Porriño procedente de Os Valos.
Lo que ocurre es que ya son varias las ocasiones en las que el tren se acerca y las barreras no se bajan. Lo hemos visto en directo en al menos tres ocasiones. La última fue este lunes pasado. A las 11.20 horas se aproximaba el cercanías procedente de Valença do Minho (Portugal)-Vigo y la gente seguía cruzando a pie y los coches circulando de un lado a otro en ambas direcciones. Al fondo, la luz del tren cada vez más cercano. Claro que el convoy, si las barreras están levantadas, no alcanza la estación, porque el disco se le pone en rojo. Este convoy, de un solo coche de viajeros, se detuvo unos pocos metros antes de alcanzar el paso a nivel mientras las barreras comenzaron a descender.
Este paso a nivel es un peligro permanente en el centro de la villa. Los peatones han de acostumbrarse a mirar a ambos lados siempre y no cruzar cuando las barreras estén bajando ni cuando ya se hallen en posición horizontal. Y tener siempre cuidado porque aún no bajadas puede suceder que el tren esté casi encima de ese punto y, a pesar de todas las medidas, siempre puede haber un fallo que en este caso tendría fatales consecuencias.
Dicho paso a nivel está ubicado en una recta de más de cinco kilómetros. Los trenes que no paran ahí circulan a una velocidad respetable que hace temblar las casas de la zona, ya se trate de mercancías cuyo silbido de la locomotora causa estruendo o de trenes de viajeros de larga distancia. O el mismo tren Vigo-Oporto, con sus motores Man que es muy ruidoso y que pasa como un relámpago.
A estas alturas del milenio es sorprendente que exista un paso a nivel en medio de una villa como la porriñesa. En un vial que es muy transitado cada día porque es una de las calles que dan salida y entrada a la villa, a pesar de la limitación de calles que en su interior tiene para agilizar el tráfico, pues obliga, según hacia donde se vaya, a dar un rodeo de varios kilómetros por falta de calles transversales.
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