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La vida de Cristo en la secuencia artística de Monterrei

Escena de la Oración en el Huerto. FOTO: Mani Moretón
Escena de la Oración en el Huerto. FOTO: Mani Moretón

JESÚS MANUEL GARCÍA. En el recinto amurallado de Monterrei se levanta la iglesia de Santa María de Gracia, templo que según la documentación data del siglo XIII, según un diploma que expidió Fernando IV en Valladolid, que a su vez confirma un privilegio de Alfonso X, del 16 de abril de 1274, según expone Gloria Fernández Somoza. El edificio medieval presenta una sola nave y la cabecera está formada por un ábside rectangular. En su interior, con un acceso desde el muro sur, está ubicada la capilla de los Condes de Monterrei conocida también como de la Anunciación ya que presenta tallas de María y del arcángel San Gabriel.

   La construcción de esta capilla es posterior a la de la iglesia, pues si esta es del XIII la capilla puede datarse entre los siglos XIV y XV. La investigadora es más proclive a fijar la construcción en el siglo XV pues al principio de esa centuria Juan II cedió Monterrei a Diego López de Zúñiga el Viejo, convirtiéndose el lugar en patronazgo nobiliar, de lo que podría derivar la dotación de una capilla. En el muro oriental de esta capilla hay un curioso retablo todo él tallado en piedra. Se forma mediante dos niveles de seis espacios rectangulares cada uno alusivos a varias escenas de la vida de Cristo. En el centro, ocupando los dos niveles, se halla una escultura de Cristo Rey en majestad mostrando las llagas de su pecho y manos, talla colocada bajo un dosel con arco lobulado, que aumenta la importancia del personaje al que cobija. Cristo está coronado al modo real.

   Si nos fijamos en todas las escenas, fueron talladas en piedra y en algún momento lucieron policromía, de la que se aprecian algunos restos. Las escenas no siguen un orden cronológico pero presentan un enorme encanto. Si iniciamos el repaso por el nivel inferior, de izquierda a derecha, apreciamos la Última Cena, el Lavatorio, la Oración de Jesús en el Huerto; el Beso de Judas, la presencia de Cristo ante Caifás y, en otro relieve, se ve a Jesús ante Pilatos. En el nivel superior, volviendo a la izquierda, se presentan las escenas de la Resurrección, el Sepulcro de Cristo; el Descendimiento; la Flagelación; el Viacrucis y, por último, la Crucifixión.

   En los ángulos de la capilla están presentes las imágenes de los profetas Daniel, Ezequiel, Jeremías e Isaías. Si observamos la escena de la Última Cena, vemos una mesa rectangular en uno de cuyos lados mayores se sientan Jesús con cinco apóstoles y al otro, se ven otros cinco apóstoles. Sobre la mesa están tallados tres panes, un cáliz o copa y tres platos, en dos de los cuales se ve un pez y, en el del medio, un cordero. Dos apóstoles se disponen a utilizar sendos cuchillos para cortar los alimentos. Curiosamente en esta escena de Monterrei prima el acto de la cena apostólica con su Maestro, en comunión con él, mas no se resalta la traición de Judas, como en otras representaciones de este hecho.

    La siguiente escena que vemos, el Lavatorio, nos muestra a Jesús, arriba y a la derecha, arrodillado para lavar los pies de Pedro, que está sentado y levanta su mano izquierda señalando con el índice como queriendo negarse a que Jesús de lave los pies. El primero está limpiando un pie del príncipe de los Apóstoles, utilizando una jofaina. En la parte inferior de esta tabla vemos a dos apóstoles que parecen arrodillados, como si conversasen entre sí, pero no hay forma de saber quiénes son.

   La escena del beso de Judas es muy plástica también, pues vemos a Jesús en el monte de los Olivos, de pie, recibiendo el ósculo de Judas, gesto delator para que los soldados, armados con lanzas detrás del traidor, prendan a Jesús. Si en las otras dos escenas ningún personaje lleva nimbo o aureola, en esta escena sí la luce Cristo, adivinándose tres radios anchos que señalan una cruz. Bajo los personajes hay cuatro plantas de tres y más hojas que aluden al lugar donde tuvo lugar dicha escena, según el Nuevo Testamento.

   Cuando el escultor de Monterrei quiso representar la presencia de Cristo ante el sumo sacerdote Caifás, coloca a este sentado a la derecha, tocado con mitra y capa. A la izquierda, de pie, ante él, Jesús, sin corona y con las manos atadas, mirándose ambos fijamente. Tras el Mesías, un grupo de soldados armados.

   Cuando Jesús se presenta ante Pilato, el tallista de Monterrei coloca al gobernador romano a la derecha, portando una especie de flor en la mano. Cristo está frente a él, a la izquierda y detrás, pero en la parte superior izquierda de la escena un soldado muestra un hacha en la mano derecha. Entre los dos personajes centrales se ve a otro soldado que sostiene una espada en sus manos. Arriba, está tallado un recipiente, un ánfora, que aquí claramente alude al lavado de manos de Pilato, dejando el caso en manos del pueblo al considerar que no había delito en Jesús.

   Seguimos el recorrido visual entrañable por este retablo tan lleno de encanto como de mensaje y buen hacer de su autor. Si observamos la escena del sepulcro, vemos a un grupo de soldados custodiando el lugar funerario y debajo, a tres personajes, dos masculinos a ambos lados y, en el medio, uno femenino que parece arrodillarse ante el de la derecha. Es una curiosa representación del santo sepulcro porque puede estar reflejando la presencia de Jesús resucitado, cuando María Magdalena pretende tocarle y él le indica que se abstenga de hacerlo. «Noli me tangere«, le dice. Fernández Somoza apunta a que otra posible interpretación puede ser la presencia de los condes, como donantes, que se hacen presentes en esta escena del sepulcro.

Fotografía
Jesús resucitado saliendo del sepulcro y los soldados cayendo al suelo sorprendidos. FOTO: Mani Moretón.

   El Descendimiento es muy expresivo. Al centro la cruz con el cuerpo muerto de Jesús, que está sujetando por las piernas José de Arimatea mientras otro hombre, subido a una escalera, por la izquierda, con un martillo libera el cuerpo, que ya tiene un brazo desclavado y caído, que aguanta su madre. Por la derecha, otro personaje masculino se vale de unas tenazas para quitar el clavo de la mano izquierda de Cristo. Bajo esta herramienta se ve a otro personaje tocado al modo femenino pero que bien puede corresponderse con San Juan, como señalan los evangelios canónicos.

   Los azotes de Cristo atado a la columna forman otra escena. En el centro se halla la columna a la cual está atado Cristo, mirando al frente. A ambos lados, dos hombres manejan los látigos sin piedad sobre el cuerpo del condenado.

   Luego vemos la escena del camino hacia el Calvario, con un nutrido grupo de personajes. Arriba está Jesús, que camina con la cruz a cuestas, y a cuyos lados caminan dos verdugos. En la esquina superior derecha se ven tres soldados armados con lanzas, otros dos más entre Cristo y el verdugo de la derecha. Y en la parte inferior, a caballo va un hombre que toca una trompeta y que viste igual que los verdugos que flanquean al condenado. El caballo parece ir al galope, a juzgar por las patas delanteras.

  La Crucifixión es una escena contundente. Solo se ve a Jesús en medio de los dos ladrones. Su cruz está más elevada y los acompañantes, en vez de tener manos y pies clavados al madero, presentan los pies atados al mismo y los brazos colocados sobre el madero transversal, pasándolos por detrás.

Representación de la crucifixión. FOTO: Mani Moretón.
Representación de la crucifixión. FOTO: Mani Moretón.

   El Cristo resucitado se hace evidente en la talla ya citada, ubicada en el centro del retablo, sentado en actitud de majestad, con las manos mostradas en alto y de frente, a la altura de su cabeza. Tiene barba, túnica y corona. es un Cristo triunfante y reinante que parece sonreir. Y este mensaje de esperanza se muestra nada menos que en un espacio de enterramiento condal como es esa capilla.

   La piedra de este singular retablo de Monterrei no es granítica sino caliza, es decir, no es natural de la zona. Y el hecho de que varias escenas estén descolocadas y no sigan un orden cronológico bien pudiera deberse sencillamente a un error a la hora de colocarlas. ¿A qué cronología responde esta obra? Gloria Fernández habla de la segunda mitad del siglo XV. Ella pone de manifiesto que este retablo forma parte de una secuencia artística “mostrándonos cómo evolucionó, a lo largo del gótico, por un lado la manifestación plástica que comenzó en Inglaterra y que tuvo uno de sus ramales en Galicia” aunque con carácter propio sin obviar los elementos originales. Es realmente espectacular visitar esta sucesión de escenas en Monterrei. De igual modo muestra el influjo de la escultura de la catedral compostelana.

-Referencia: FERNÁNDEZ SOMOZA; G. : El retablo pétreo de Santa María de Monterrei, Ourense, Grupo Francisco de Moure, 2000.

Publicado enArteMonterreiOurensePatrimonio

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