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En el cielo de Ourense. Las cubiertas de la catedral (V). El ángulo noroccidental del transepto

Husillo desde el que se accede a esta terraza sobre los dos primeros tramos de la nave lateral norte de la basílica. FOTO: J.M.G.
Husillo desde el que se accede a esta terraza sobre los dos primeros tramos de la nave lateral norte de la basílica. FOTO: J.M.G.

JESÚS MANUEL GARCÍA. Una vez que hemos visto con detalle el cimborrio de Rodrigo de Badajoz, continuamos nuestro periplo por las interesantes cubiertas de la catedral ourensana, pasando a conocer ahora el ángulo noroccidental norte, que está formado por el cuerpo principal de la basílica en su unión con el brazo norte del transepto. A él podemos acceder por el husillo ubicado en dicho brazo de modo que, abandonando el cimborrio, caminamos unos metros por el paseo de ronda hasta alcanzar dicho husillo, que nos permitirá descender hasta el nivel de la cubierta sobre los dos tramos iniciales de la nave lateral norte.

   El cilindro del husillo es nuevo, con piedra nueva, fruto de la campaña restauradora de Pons-Sorolla, a mediados del pasado siglo, granito mezclado con otro más antiguo. Se observan varias marcas de cantero, unas en círculo, otras representan un triángulo sin base con una tercera pata en el medio; las hay que muestran ochos como si se tratase del símbolo de infinito. Hay marcas aquí en forma de C, de S invertida y abunda la circular que viene a ser como un botón puesto en el centro del bloque de piedra. Al poco de descender por sus peldaños hallamos la puerta de cristal que nos permite salir a la mencionada terraza. Se trata de un recoleto espacio exterior, que no se ve desde la calle, con pavimento de losetas y la maravilla de ver los dos arcos que unen contrafuertes marcando los dos primeros tramos de la nave central de la catedral y, a nuestra izquierda, uno del brazo norte del crucero.

Ángulo que forman, a la izquierda, el muro occidental del brazo norte del transepto y, a la derecha, primer tramo de naves de la catedral. FOTO: J.M.G.
Ángulo que forman, a la izquierda, el muro occidental del brazo norte del transepto y, a la derecha, primer tramo de naves de la catedral. Obsérvense los vanos en saetera con sus columnas que no llegan al suelo. FOTO: J.M.G.

   Las piedras ofrecen un interesante repertorio de marcas de cantería. En el primer arco de cuerpo de naves vemos la P invertida, y de nuevo, en el alero, volvemos a ver las bolas que van a ornamentar la parte superior de este, y los arquillos, debajo, llevan ornamentación en las metopas, en los canecillos y algunos en el intradós. Si empezamos observando el primer arquillo del brazo del crucero, de izquierda a derecha, apreciamos en las metopas una figura antropomorfa que parece tener un cuerno en la boca y un palo en la mano, a continuación otra zoomorfa, con un animal con cola retorcida y dos patas que mira hacia la izquierda con la cabeza levantada. Luego vemos un ser masculino que parece asomarse con sus brazos rectos y los antebrazos y manos caídas.

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Detalles antropomorfos y zoomorfos  además de vegetales en las alturas de la catedral. FOTO: J.M.G.

   En las metopas se sucede otro elemento vegetal, uno animal que representa un ave rodeada quizás por una serpiente para finalizar con otra hoja, esta cuadrifolia. El diseño de las hojas llama la atención porque algunas parecen mullidas. Los canecillos son de diseño geométrico y vegetal, abundando en este tramo los segundos. En las dovelas del arco que une contrafuertes en esta pequeña parte del crucero que tenemos ante nuestros ojos vemos también diversas marcas de cantería, entre ellas tres llaves.

Detalle de una columnilla del vano del transepto, cuyo fuste es nuevo. FOTO: J.M.G.
Detalle de una columnilla del vano del transepto, cuyo fuste es nuevo. FOTO: J.M.G.
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Marca en forma de S, junto al vano del muro occidental del transepto norte. FOTO: J.M.G.
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Una cruz y de nuevo otra llave como sello de sus respectivos canteros en este ángulo del monumento. FOTO: J.M.G.

   Bajo el arco, uno de los vanos que iluminan el transepto. Tiene arco de medio punto, con sendas columnas cuyos capiteles son de motivo vegetal. Entre estos y el arranque del arco de la ventana hay una línea de imposta, como en los otros dos arcos de la nave central que vemos a nuestra derecha. Las columnillas no llegan al suelo, son más cortas. Al mirar ahora hacia los arquillos que adornan los dos primeros tramos de la nave central, también de izquierda a derecha, apreciamos una bola en el intradós del primer arquillo. A partir de sus canecillos se suceden los demás, todos con motivos vegetales y antropomorfos, entre este último motivo de ve una cara quizás femenina por su cabello largo. Y no falta una cabeza de animal.

Sucesión de arquillos a lo largo del muro occidental del brazo norte del transepto. FOTO: J.M.G.
Sucesión de arquillos a lo largo del muro occidental del brazo norte del transepto. FOTO: J.M.G.
Otra perspectiva del mismo lugar. FOTO: J.M.G.
Otra perspectiva del mismo lugar, al que se accede por el tejado de la capilla de San Juan. Apréciense las bestias que decoran los canecillos. FOTO: J.M.G.
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Más detalles de la ornamentación del brazo norte del transepto, que solo se ven desde la cubierta de la capilla de San Juan. FOTO: J.M.G.
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Cabezas de bestias forman parte de los canecillos de la catedral. FOTO: J.M.G.
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Viste de una metopa decorada con el relieve de un centauro. FOTO: J.M.G.
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Más motivos ornamentales, un ser humano con la cabeza destrozada, otro ser híbrido con beza de hombre y cuerpo de sirena… FOTO: J.M.G.

   Y en las metopas, se nos muestra una sucesión de cuadrifolios de distintos diseños que son una referencia al jardín del Paraíso. Hay una flor cuyas hojas están dobladas en las puntas; otra está algo desfigurada, alhomadillada y aún otra con las hojas dispuestas formando una X. Hay otra que forma un cuadado y sus hojas parecen doblarse hacia dentro; una nueva flor presenta varias hojas apuntadas y juntas como si se tratase de gajos, terminadas en un círculo. Podemos ver otro cuadrifolio en forma de cruz inscrito en un cuadrado vegetal con una gran bola en el centro. Aún hay más cuadrifolios adornando estas metopas y aludiendo al jardín del paraíso eterno, allá en lo alto del majestuoso templo que no es otra cosa que la versión en piedra de la Jerusalén Celeste.

   En el intradós se vuelve a repetir la presencia de la bola en uno de ellos, una figura humana con los brazos en cruz en el penúltimo intradós y de nuevo otra bola, en el último, aunque en este caso está decorada con cuatro líneas. A partir de ahí sigue la nave mayor del templo, con signos evidentes de pertenecer esa parte a una nueva campaña constructiva, carente de esta decoración medieval tan profusa que el edificio exhibe en los dos ángulos de su crucero con el cuerpo principal, tanto al sur como al norte, zona esta en la que nos encontramos, por tanto más antigua que el resto del cuerpo mayor del edificio.

Vista de dos gárgolas que expulsan el agua que baja por el tejado de la nave lateral norte. FOTO: J.M.G.
Vista de dos gárgolas que expulsan el agua que baja por el tejado de la nave lateral norte. FOTO: J.M.G.
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Desde la cubierta de la capilla de san Juan tenemos esta perspectiva de la torre mayor. FOTO: J.M.G.
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Obsérvese el desarrollo de la nave central del templo, cuyos vanos poco tienen que ver con los que hemos visto en los dos primeros tramos. Los contrafuertes separan los tramos y bajo ellos se observa la cubierta de la nave lateral norte y los conductos para las aguas pluviales. FOTO: J.M.G.

   Desde aquí vemos, más abajo, la cubierta de teja de la nave lateral norte, sobre cuyos dos primeros tramos pisamos. Observamos también varias gárgolas en esa zona inaccesible y al fondo, poderosa, se eleva en su totalidad la torre de las campanas. Podemos advertir la caseta que hay a la altura del inicio de su segundo cuerpo de dicha torre mayor, que permite salir a otra terraza pequeña para acceder a la tribuna del órgano, sobre el nártex del Paraíso, y al bajo cubierta de la nave lateral norte. El ambiente que nos rodea nos trae el murmullo leve de la ciudad en la mañana y el graznido de la pareja de gaviotas que vive en las cubiertas catedralicias y que, si advierten la presencia de alguien, no dudan en volar bajo, amenazantes.

Cubierta de la capilla de San Juan y al fondo, la de la nave central, apreciándose el cambio de campaña constructiva al final del alero con arquillos. FOTO: J.M.G.
Cubierta de la capilla de San Juan y al fondo, la de la nave central, apreciándose el cambio de campaña constructiva al final del alero con arquillos. La cubierta desde el tercer tramo hasta el séptimo está más elevada. FOTO: J.M.G.

   El lugar donde nos encontramos nos regala otra sorpresa. Mediante una escalerilla de acero podemos subir a la cubierta de la capilla tardogótica de San Juan, que está encajada en ese ángulo noroccidental. Tan pronto como subimos, contemplamos un espacio cuadrangular, con un tejado rodeado de un estrecho paso por tres de sus cuatro lados que nos permite acercarnos a los restantes tramos del muro occidental del consabido brazo norte del crucero. La vista no tiene desperdicio.

Vista de la calle Juan de Austria desde lo alto de la capilla de San Juan. FOTO: J.M.G.
Vista de la calle Juan de Austria desde lo alto de la capilla de San Juan. FOTO: J.M.G.

   Los 17 arquillos de ese tramo medieval son ricos en ornamentación. Prácticamente están decorados todos los intradós, bien con una bola o con un hombre que se asoma con las dos manos o diversos elementos vegetales, además de las metopas y los canecillos. En estos últimos hay animales, entre ellos uno que parece ser un lobo y otro que podría tratarse de un elefente quizás; seres humanos y elementos vegetales como cuadrifolias.

Detalle de la cornisa de San Juan, con el paseo alrededor de su cubierta y la ornamentación del muro. FOTO: J.M.G.
Detalle de la cornisa de San Juan, con el paseo alrededor de su cubierta y la ornamentación del muro. FOTO: J.M.G.
Desde lo alto del norte de la basílica se divisa, más abajo, la plaza de Santa Eufemia con la barroca fachada de la iglesia que fue de los jesuitas. FOTO: J.M.G.
Desde lo alto del norte de la basílica se divisa, más abajo, la plaza de Santa Eufemia con la barroca fachada de la iglesia que fue de los jesuitas. FOTO: J.M.G.

   La abundancia de hojas talladas en piedra por los escultores medievales en esta catedral ourensana nos alude a su poder renovador de la vida vegetal, por tanto se torna en símbolo de fertilidad y riqueza dentro del Reino Vegetal, como bien estudió Clara Domínguez Fernández. La hoja, dado su carácter cíclico, fue identificada con la vida y la inmortalidad en todas las civilizaciones. En la Biblia no falta la presencia del elemento vegetal utilizado como metáfora para transmitir el mensaje divino a las gentes de la forma más sencilla posible. Y la hoja pasará a tener en el mundo cristiano el carácter de símbolo de la eternidad, no de inmortalidad sino de salvación eterna. Dado que la hoja es frágil, breve e inconsistente, servirá para aludir a la debilidad y fragilidad del ser humano.

El cimborrio de Rodrigo de Badajoz, omnipresente en las alturas de la catedral, visto desde la cubierta de San Juan. FOTO: J.M.G.
El cimborrio de Rodrigo de Badajoz, omnipresente en las alturas de la catedral, visto desde la cubierta de San Juan. FOTO: J.M.G.

   Los canecillos alternan elementos geométricos, con cabezas zoomorfas y una masculina que destaca por su expresividad e impresionante talla. No faltan bestias y, hacia el extremo del muro, llegando a la fachada norte del transepto, se ven otras cabezas humanas, una de ellas que se presente en deficiente estado debido a la erosión. Se trata de un varón con nariz recta, cabello y barba.

Cabeza masculina en un canecillo del transepto. FOTO: J.M.G.
Cabeza masculina en un canecillo del transepto. FOTO: J.M.G.

Esta cubierta de la capilla de San Juan nos permite ver otra perspectiva del casco histórico de Ourense, desde la Rúa da Paz, casi escondida entre los viejos edificios, hasta la cercana y hermosa fachada de Santa Eufemia, más abajo, desde uno de los pasillos que corren sobre los contrafuertes de esta capilla de San Juan, como si fuesen balcones que sobresalen.

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