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Manuel Iglesias Grande en el recuerdo de Celanova

Un libro recupera al sacerdote promotor de la vida cultural y social en la villa de San Rosendo

José Ramón Hernández Figueiredo es el autor del trabajo biográfico

Manuel Iglesias, poco antes de recibir las primeras órdenes. FOTO: Cedida.
Manuel Iglesias, poco antes de recibir las primeras órdenes. FOTO: Cedida.

JESÚS MANUEL GARCÍA. En la Terra de Celanova perdura el buen recuerdo de Manuel Iglesias Grande, que fue párroco de Celanova, entre otras feligresías cercanas. La vida y obra de este hombre ha quedado plasmada en el libro que el investigador José Ramón Hernández Figueiredo ha escrito y que acaba de ver la luz: Manuel Iglesias (1932-1994). Imagen del Buen Pastor en Tierra de Celanova. Este sacerdote nació en el cercano municipio de A Merca, el 1 de marzo de 1932, fiesta del fundador de Celanova, San Rosendo. Formado en el Seminario de Ourense, donde también estudió otro hermano suyo, el menor, Cesáreo Iglesias, actual párroco de Celanova, Manuel tuvo su primer destino pastoral en esta misma parroquia donde fue coadjutor. De ahí pasó a Muíños, donde ejerció de ecónomo y llegó a ser párroco.

   Su nuevo destino, sin salir de la comarca de A Baixa Limia, sería Entrimo, haciéndose cargo de su parroquia de Santa María la Real, donde le tocó aplicar las directrices del Concilio Vaticano II. El obispo de Ourense lo nombró coadjutor de la parroquia de San Verísimo de Celanova, el 9 de julio de 1955. El 23 de septiembre de 1972 recibió el nombramiento de ecónomo parroquial, y el 23 de noviembre de 1985 se convirtió en párroco, acompañado de su hermano Cesáreo formando ambos un tándem, dice el biógrafo de Manuel, “que daría pie a una larga y fructífera labor pastoral, social y cultural de la que desde entonces se ha beneficiado no solo la villa de Celanova, sino también otras parroquias que componen este arciprestazgo”. Aún se haría cargo, como encargado, de la parroquia de San Pedro de Mourillós hasta el día de su fallecimiento.

   Manuel y Cesáreo pusieron en marcha un club juvenil y un cineclub a los que llamaron Solpor puesto que Abrente era ya un nombre que utilizaba una agrupación cultural en Ribadavia. Solpor enraizó en Celanova de modo que desde octubre de 1972 cuando se fundó todavía sigue prestando servicio hoy con varias iniciativas de ocio y tiempo libre entre las que están el campamento estival en la playa que en aquellos primeros años permitía a muchos niños ver por primera vez el mar.

Manuel Iglesias, con el nuncio Mario Tagliaferre. FOTO: Cedida.
Manuel Iglesias, con el nuncio Mario Tagliaferre. FOTO: Cedida.

   En la villa se puso en marcha una semana de cine, así organizó en julio de 1974 la I Semana de Cine de Celanova, poníendose a la altura de otras convocatorias como las de Ourense, Santiago, Vilagarcía de Arousa, Lugo y A Coruña. Además de la proyección de películas se organizaron ciclos de conferencias. De aquella iniciativa nació el Cine Club Solpor e incluso se acercó el cine a los más pequeños. La Semana de Cine se prolongó en el tiempo, desde 1974 hasta 1989, celebrándose 16 ediciones que pusieron a Celanova en un buen lugar cultural en Galicia.

   Pero había que ampliar el radio de acción cultural de Solpor y así se puso en marcha el Grupo Folclórico Lembranza-Solpor, que se fundó en 1979. En la villa se sumaba este grupo a la Banda Municipal, a la Coral Solpor y a la Sociedad Filarmónica. La coral y la citada sociedad fueron creadas antes que el grupo folclórico, por influjo directo de Manuel Iglesias, favoreciendo así la promoción de la música en la villa y dando conciertos en otras partes de España.

   Aún habría de nacer otra sociedad en la villa, de la mano del párroco: el Centro Cultural Coelerni Solpor, en el que se puso en marcha la revista Onde o mundo se chama Celanova, cuyo primer número vio la luz en 1986. Celanova se convirtió en un hervidero cultural. A Manuel Iglesias Grande le tocó organizar los solemnes actos del milenario de San Rosendo, que se cumplía el 1 de marzo de 1977, que incluyeron conferencias de gran erudición. Fue durante esa celebración del milenario cuando los sacerdotes celanovenses acordaron proponer un cambio de nombre de la parroquia, pues el templo de San Verísimo estaba a las afueras y cerrado y convenía decir mejor parroquia de San Rosendo, puesto que su sede estaba en la iglesia del que había sido monasterio benedictino fundado por el santo, cenobio que se ubica en el centro de la villa. El milenario trajo varios actos culturales. Manuel Iglesias llevó a cabo una importante labor de mejoras en el monasterio, principal monumento de Celanova, por su historia, arte y proporciones.

Portada del libro escrito por José Ramón Hernández Figueiredo. FOTO: J.M.G.
Portada del libro escrito por José Ramón Hernández Figueiredo. FOTO: J.M.G.

   Manuel Iglesias era consciente de que su villa contaba con interesantes tallas artísticas de Semana Santa por lo que revitalizó esos actos litúrgicos a la vez que puso en marcha la escenificación de la Pasión, acto que se sigue celebrando cada Viernes Santo en la monumental iglesia local. En el orden social propuso revitalizar la Fundación Hospital San Carlos, en cuyo terreno que ocupaba la casa del benefactor Carlos Arias se levantó la Residencia de la Tercera Edad San Carlos.

   En la villa ourensana se le recuerda como un hombre justo y familiar. Hoy su nombre va también adherido al premio de investigación que cada año se convoca y que se entrega desde la Academia Auriense-Mindoniense de San Rosendo. Manuel Iglesias puso empeño en “conseguir la máxima socialización de la Iglesia, así como su implicación en la cultura gallega y la consideración de los valores más enraizados y tradicionales de nuestra idiosincrasia”, señala Hernández Figueiredo.

   La vida de Manuel Iglesias se apagó a los 62 años, debido a un cáncer de pulmón, y eso que no era fumador. El 9 de noviembre de 1994. Su recuerdo sigue patente en esta villa de importante trayectoria cultural.

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