JESÚS MANUEL GARCÍA. Los gamberros no descansan con el patrimonio monumental de Ourense. De nuevo la Catedral de San Martiño ha sido objeto de los vándalos, esta vez, lanzando botellas de cerveza a las cubiertas. En la terraza que cubre la girola del templo, se ven varios trozos de cristal verdoso, de alguna botella cuyo líquido fue consumido unos metros más abajo, en plena calle. A quien sostenía el recipiente no se le ocurrió mejor cosa que lanzarlo a lo alto hacia la catedral, yendo a parar el objeto a la terraza del deambulatorio, para estrellarse sobre su pavimento de baldosas de piedra blanca. Esta es la zona del templo con la cubierta más baja, pues sobre ella aún se levanta el ábside principal y los cuerpos tanto de la cabecera como los del crucero.
Esta gamberrada no se ve si no se sube al mencionado espacio catedralicio, de gran belleza, por otra parte. Pero no deja de ser muestra de la poca civilización que tienen quienes atentan de una u otra manera contra los bienes culturales de todos. No es la primera vez que en la catedral se encuentran objetos de cristal estrellados, pues en tiempos, en el patín norte aparecieron vasos, botellas de alcohol y hasta preservativos. Este patio en la noche se convierte en un lugar oculto pues en las casas de enfrente apenas vive gente. Desde que se puso la verja en abanico en el pasadizo hacia la fachada occidental, hace ya algunos años, los vándalos dejaron de acceder a ese patio barroco.
La terraza en la que se han detectado los trozos de cristal tiene acceso desde la casa del sacristán, ubicada sobre la sacristía mayor, magnífico espacio renacentista.
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