Allariz tiene una de las más bellas tallas de la Virgen en marfil del siglo XIII
JESÚS MANUEL GARCÍA. Nos acercamos hasta Allariz para ver y conocer una de las piezas artísticas más bellas del patrimonio cultural español. En su monasterio de Santa Clara puede contemplarse la preciosa imagen de la Virxe Abrideira, custodiada en una vitrina del museo. En ese edificio sigue desde que llagara a finales del siglo XIII. Esta imagen de Allariz es única y posiblemente sea la más importante o al menos interesante de cuantas hay en Europa, aunque solo sea por haber pertenecido a la capilla de la reina Violante, que era esposa del rey Alfonso X. A ello se suma su calidad material y el hecho de ser pieza de un conjunto muy concreto de imágenes de la Virgen María, poco frecuentes.
En el silencio del espacio museístico, reducido bajo las pesadas bóvedas de granito, esta Abrideira se nos muestra llena de encanto. Presenta una sonrisa que convierte su rostro y mirada en apacibles. El Niño también sonríe. Ver este conjunto con calma como hemos hecho impresiona.
Cuando se abre, mediante dos puertecillas que forman sendas mitades de su cuerpo hasta la altura de los hombros, muestra varias escenas que se corresponden con la Anunciación, Nacimiento de Jesús, Adoración de los Magos, la Resurrección, la Ascensión de Cristo, Pentecostés y la Asunción de María, coronada en los cielos. Observamos que esta imagen, que ofrece buen aspecto, perdió, dice Bango Torviso, algunos elementos de su iconografía así como efectos cromáticos del acabado final. Todo ello le daría siglos atrás un aspecto distinto al actual.
La primera referencia a esta Virgen la hizo Ambrosio de Morales, humanista al servicio de Felipe II. En 1572 hizo un viaje por varias zonas de España, entre ellas Galicia y de Allariz escribió: “Tienen una imagen de marfil de Nuestra Señora con su Niño en brazos. Dicen que la hizo de su mano el infante D. Henrique, hijo, dicen las monjas, de la Reyna D. Violante, ó del Rey D. Sancho su hijo”, añadiendo que en toda la zona existía mucha devoción a esta imagen. Pero estos datos demuestran ser falsos, argumentando Bango Torviso que el humanista cuenta lo que le dijeron las monjas, las cuales relativizaban la certeza de que la imagen hubiese pertenecido a la realeza, para evitar su confiscación. En el monasterio existe documentación del año 1567 en la que las monjas mencionan la Abrideira donde hacen constar que fue donada por la reina Violante.
Miguel Ángel González señala que el primero en recoger la vinculación de la imagen con la reina fue el cronista de la provincia franciscana de Santiago en el siglo XVII, resaltando la gran devoción a la Abrideira. Esta representación de María mide 251 milímetros de altura, sin contar la peana y esta mide 63 milímetros.
Estamos viendo una Virgen sedente, es decir, sentada, en majestad, hecha en marfil mientras que la peana es de ébano. Está vestida con una túnica ceñida mediante un cinturón y un manto que se sujeta al cuello con un cordón. La túnica y el manto forman una sucesión de pliegues desde el pecho hasta los pies. El manto cae sobre las piernas. La Virgen extiende su mano derecha, un tanto desmesurada. Con la mano y brazo izquierdos sostiene al Niño, que lo vemos sentado sobre su pierna izquierda, y que también va vestido de un modo muy parecido al de su madre. Este tiene en su mano izquierda una esfera, elemento que alude al poder y a la perfección, algo que ya se utilizaba en la antigua Roma y, por supuesto, en la Edad Media fue asignado al poder de los reyes.
La cara de la Virgen es ovalada, tallada con primor y está enmarcada por el pelo ondulado que le cae a ambos lados, a su ves cubierto por un fino velo. Este le cae sobre la espalda con pliegues simétricos. Curiosamente para ejecutar esos pliegues de la mejor manera, el autor pegó piezas de modo que quedaron bien disimuladas. Esto sucede, por ejemplo, con un trozo de marfil adherido a la pierna derecha, pieza que contiene los pliegues que caen entre ambas extremidades inferiores del cuerpo de María. Se aprecian restos de cola en esas uniones, que en su tiempo quedarían ocultas bajo la capa de policromía.
Bajo el pie izquierdo de la Virgen se ve un animal que podría ser un dragón, pisado por la Señora, alusión evidente al demonio. La cabeza de María está trabajada como una sola pieza. Si se abre la imagen, las ya mencionadas escenas las vemos tratadas con verdadero detalle a pesar de su reducido tamaño. Las nueve representaciones se distribuyen en tres calles y tres cuerpos, siendo la central más ancha y las laterales más angostas. Cada escena se enmarca bajo un arco apuntado y trilobulado que descansa sobre sendas columnas de fuste liso y capiteles. Abierta, esta imagen se convierte en un tríptico o pequeño retablo.
¿De dónde nos viene esta obra de arte? Hay dos teorías, una señala que su procedencia es francesa, pues la Abrideira tiene parentesco en diseño y estilo con obras parisinas. Esta teoría incluye una corriente que sostenía que todas las obras en marfil eran francesas. La otra versión es la española, es decir, que la frontalidad marcada de esta Virgen hace gala de arcaísmo, lo que permite pensar que esta obra se talló en España siguiendo modelos franceses y no se sabe, en qué lugar se hizo. Investigadores como Margarita Estella hablan de un taller gallego. Lo que está claro es que esta imagen es gótica, y todo parece indicar que fue hecha en los últimos años del siglo XIII.
Autores hay que la datan en el XIV. Bango Torviso, la ubica hacia mediados de siglo más que hacia el año 1275 y menciona que se trata de una obra tallada en territorio castellano leonés. González llama la atención del parecido entre esta talla alaricana y la de madera, también sedente, de un diácono que se exhibe en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, procedente de San Esteve de Tredós, en Lleida. Añade que ambas imágenes parecen salidas de la misma mano. Si esto fuese así, la Abrideira de Allariz tendría su origen en los Pirineos.
En cuanto al simbolismo de esta Abrideira puede tener relación con el texto del salmo 44 que elolia a Nuestra Señora: “Enteramente gloriosa es por dentro la hija del Rey”. Miguel Ángel González apunta otra cita que le viene bien a esta imagen, sacada del evangelio de Lucas 2, 51: “Su madre guardaba todas estas cosas en su corazón”. Curiosamente a esta imagen le falta corona, elemento que tampoco luce Jesús.
Otras vírgenes abrideras en la Península las encontramos en la Catedral de Salamanca, en cuyo interior solo conserva tres escenas y está hecha en madera y marfil policromados, y en la Catedral de Évora (Portugal). Procede del monasterio de Freiras de la citada ciudad lusa y se la conoce como Virgen del Paraíso tallada en marfil y tallada en varias piezas. En varias escenas se aprecia el empleo de colores oro, rojo y azul. De aquí se deduce, como bien señala Bango Torviso, que el frecuente empleo del oro como del azul en esta obra demuestran que es una imagen muy cara, muy valiosa, un objeto que solo podría poseer una reina. Esos colores son de gran calidad, no así los que la imagen mencionada de Salamanca, que resultan menos vivos.
REFERENCIAS:
BANGO TORVISO, I. G. : La Abrideira de Allariz. El imaginario de la Virgen en la sociedad hispana del siglo XIII, Murcia, Caja Mediterráneo, Región de Murcia, 2010.
GONZÁLEZ GARCÍA, M. A. : La Virgen Abrideira de Santa Clara de Allariz, Ourense, Grupo Francisco de Moure, 1998.
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