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La trágica firma del huracán de 1941 en Petín

Vista antigua de Petín, apreciándose al fondo y a la derecha la espadaña con sus tres huecos para campanas. FOTO: Cedida
Vista antigua de Petín, apreciándose al fondo y a la derecha la espadaña con sus tres huecos para campanas. FOTO: Cedida

JESÚS MANUEL GARCÍA. En febrero del año 1941 se vivió en España un huracán tremendo. Especialmente en la noche del 15 al 16 las rachas de viento alcanzaron tal virulencia que provocaron el incendio que destruyó la ciudad de Santander. En la provincia de Ourense también se dejó sentir y uno de los estragos que provocó fue el derribo de la espadaña de la iglesia parroquial de Petín, en la comarca de Valdeorras, diócesis de Astorga.

   Aquel 16 de febrero las piedras de este campanario saltaron por los aires dejando caer las dos campanas que entre ellas se ubicaban. La estructura se desplomó sobre la casa rectoral, situada justo enfrente, a escasos metros del muro oriental del templo, matando al párroco, Francisco Luis Martínez, que llevaba 38 años atendiendo esta feligresía. El suceso causó conmoción en el vecindario por la tragedia que a todos los petineses, de niños, nos contaban nuestros abuelos.

La iglesia vista desde el sur, sin la espadaña derribada por el huracán. FOTO: Revista Valdeorras.
La iglesia vista desde el sur, sin la espadaña derribada por el huracán. FOTO: Revista Valdeorras.

   Eran años de posguerra, en los que España quedó aislada del exterior debido a su apoyo a Alemania. Al no haber relación con los países aliados, no hubo intercambio de datos meteorológicos, lo que afectó al Servicio Meteorológico Nacional. Europa había padecido tres durísimos inviernos entre 1939 y 1942. Debido a la invasión de aire polar y una circulación del oeste intensa se produjo una situación atípica que dio lugar al temporal de 1941. Los días anteriores al temporal habían sido lluviosos en toda España. El día 14 de febrero se predecían vientos racheados del tercer cuadrante sur-oeste y poniente fuerte en el Estrecho. Justo se estaba anunciando lo opuesto a lo que normalmente sucedía, es decir, que la estabilidad de la atmósfera peninsular llega con el anticiclón de las Azores el cual al extenderse sobre España refuerza el viento de Levante hacia el Estrecho. Pero se estaba anunciando otra cosa bien distinta.

   En la tarde del sábado día 15 Galicia se vio azotada por una tormenta de lluvia y el viento sureño alcanzó velocidades que rebasaron los 100 km hora (*). Uno de los efectos fue la caída del campanario petinés. Catorce años después de este suceso, el obispo de Astorga designaba para Petín al sacerdote José Manuel Sánchez, natural de este municipio. Él se definía como “un hijo del pueblo con afanes de constructor”. Por eso no dudó en publicar una carta a los vecinos desde la revista Valdeorras, que salió a la calle en septiembre de 1955 con motivo de la III Feria-Exposición Agropecuaria e Industrial de Orense.

La torre, antes de su última restauración. FOTO: J.M.G.
La torre sobresale de modo importante sobre el caserío del barrio de A Carreira. FOTO: J.M.G.

   El nuevo cura ya había hecho gestiones para dotar a la iglesia parroquial de una nueva torre. Los estudios los hicieron los aparejadoes de Valdeorras, Valeriano Salvador y Gregorio Bueno “y aprovechando las orientaciones del eminente arqueólogo franciscano Rvdo. P. Guillén, hemos adoptado un magnífico proyecto para una construcción de torre con fachada, sólida y esbelta”. Se trataba de una estructura de base cuadrangular que se elevaría hasta los 22 metros sobre el pueblo. La torre se había diseñado compuesta por cuatro cuerpos del edificio más el ático donde colocar el reloj del municipio. Para construirla se necesitaban gruesos pilares armados de hormigón, encuadrados en fuertes macizos de mampostería y sillería. Del cálculo del presupuesto se había encargado Valeriano Salvador, que era de 150.108,20 pesetas “y la generosa prestación personal ofrecida por el noble pueblo de Petín”, indicaba el nuevo párroco. He ahí el motivo de la misiva: solicitar el apoyo de los vecinos, su “generosa cooperación o vuestra ayuda económica, técnica y artística a esta grandiosa y gloriosa obra, que con la ayuda del Cielo y la vuestra vamos a acometer para gloria de Dios y para honor de Galicia y de nuestro muy amado pueblo”.

Torre actual de la iglesia parroquial de Santiago Apóstol, en Petín. FOTO: J.M.G.
Torre actual de la iglesia parroquial de Santiago Apóstol, en Petín. Las terrazas que se aprecian en esta imagen de hace dos años han quedado ocultas en la reciente restauración del tejado del edificio FOTO: J.M.G.

    Los trabajos se pusieron en marcha hasta completar un edificio que presenta un primer cuerpo con tres vanos de arco de medio punto, al norte, sur y este, dando los dos primeros a sendas terrazas, hoy ocultas por el nuevo tejado de pizarra. El segundo cuerpo tiene cuatro óculos. Sobre él se levanta un tercer nivel, con cuatro huecos de arco de medio punto, bordeado dicho cuerpo por un balcón que recorre sus cuatro fachadas. A continuación el cuerpo de campanas, con cuatro huecos cuadrangulares donde se ubican cuatro instrumentos de bronce, que se apoyan cada uno en sendas vigas de hormigón que sobresalen en estos huecos. Por último, la azotea o ático presidido por un cupulín de cuatro huecos, también en arco de medio punto, donde hoy se ubican los altavoces del reloj. Coronando toda la estructura hay una gran cruz metálica con pararrayos.

   Al construirse esta torre se habilitó una puerta principal bajo ella, en la fachada oriental de la iglesia, que no se orienta al modo tradicional, es decir, que en vez de tener su entrada principal a occidente la posee en el extremo contrario. Cuando se construyó la torre, quedó tapiada la entrada principal antigua, en la fachada sur del edificio. Delante de ella se construyó un salón parroquial culminado por una balaustrada de hormigón que protege una solana a su vez cubierta de un tejadillo a la que se accede desde la tribuna del coro. Hoy esta terraza quedó anulada al ser tapada con el nuevo tejado recientemente colocado.

   Al norte se mejoró el trastero allí existente, pues una torre de tantos metros de alta exigía una fachada principal más ancha, como se ve en la imagen. Subir al campanario era, en tiempos, una diversión para los jóvenes. Se llega a él desde el trastero norte, tomando un tramo recto de escalera en la cima del cual hay dos puertas, la de la derecha permite pasar al coro y la izquierda da paso a una terraza que hoy ya no es tal. Desde ese punto se entra en el primer cuerpo de la torre mediante unos escalones de hormigón. Ya en el interior del edificio se va desarrollando la escalera de obra y estrecha que llega hasta el cuerpo de campanas. Puede producir algo de vértigo especialmente en el tramo que sube paralelo al gran hueco norte del tercer cuerpo. Desde el campanario hay una buena panorámica del embalse de San Martiño, con A Rúa al fondo, así como de todos los rincones de Petín, que desde aquella altura se presenta como un bodegón de tejados negros, de pizarra, y el verde de sus campos. Para evitar el paso de aves, en la reciente restauración se colocó una red metálica en sus huecos.

(*) Para saber más acerca del huracán del 41 se puede consultar el siguiente enlace del meteorólogo   José Miguel Viñas: http://www.tiemposevero.es/ver-reportaje.php?id=32

Publicado enOurensePatrimonioPetín

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