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En la Trasalba de Otero Pedrayo

Salón de la casa de Otero Pedrayo en Trasalba. FOTO: J.M.G.
Salón de la casa de Otero Pedrayo en Trasalba. FOTO: J.M.G.

JESÚS MANUEL GARCÍA. Hoy nos vamos a visitar un edificio especial que forma parte del universo identitario gallego. Nos referimos a la Casa Grande de Trasalba, que fue la residencia de Ramón Otero Pedrayo, patriarca de las letras gallegas y hoy es sede de la Fundación Otero Pedrayo. Llegar hasta ella es, diremos, un espectáculo por el paisaje que nos acompaña. Trasalba se ubica en una zona de gran interés arqueológico, artístico y natural. A pocos kilómetros el visitante podrá acercarse también al monasterio cisterciense de Oseira, al gigantesco castro de San Cibrán de Lás; a la sin par iglesia de la Veracruz, obra magna del arquitecto Antonio Palacios; la capilla prerrománica de san Xés de Francelos, en Ribadavia, la propia villa capital de O Ribeiro o las cascadas del Barbantiño. Todo esto que acabamos de decir es una señal clarísima de que el territorio ourensano no defrauda al visitante.

    La casa de Otero Pedrayo la vemos hoy prácticamente como estaba en vida de su propietario, aunque ahora presta varios servicios al público, por eso hubo que habilitar un salón de actos en el sótano, una tienda de libros y recuerdos; una biblioteca cuyo fichero está duplicado existiendo una copia en la Biblioteca Pública Provincial de Ourense, más una sala de lectura y consulta.

Interior de la galería cuyo diseño se debe a Castelao. FOTO: J.M.G.
Interior de la galería cuyo diseño se debe a Castelao. FOTO: J.M.G.

   En el exterior hay mesas, fuente y asientos en un área recreativa. Ciertamente el entorno de la casa es emocionante por la belleza de un paisaje que por momentos nos hace sentir protagonistas de un cuadro. Aunque mucha gente se refiere a esta casa como un pazo, no es tal cosa. Se trata de una casa de labranza. En el dintel de la puerta de entrada se lee la siguiente inscripción: Esta la hizo el S(eñor) D(on) Benito Sotelo en el año 1764. El primer apellido de la abuela paterna de Otero Pedrayo era Sotelo y el segundo, Puga. Por cierto que el patriarca de las letras gallegas escribió una novela siendo sus protagonistas Antonio Soutelo y Rosalía Puga,  padres de Paio Soutelo.

Otro rincón de la casa, hoy museo Otero Pedrayo. FOTO: J.M.G.
Otro rincón de la casa, hoy museo Otero Pedrayo. FOTO: J.M.G.

  Una vez dentro del recinto exterior de la casa, vemos un gran patio o curro con construcciones dispuestas a su alrededor, diversas estancias hoy reconvertidas para uso cultural. Si miramos la fachada de la casa, vemos una hermosa galería cuyo diseño pertenece a Daniel A. Rodríguez Castelao, que tenía gran amistad con Ramón Otero Pedrayo. En 1935 Castelao y su esposa estuvieron en esta casa y el de Rianxo, por carta, le hizo llegar a Otero dos modelos de galería de fácil construcción.

    Puede verse aún hoy la canalización de piedra que lleva el agua a la casa. Dicho canal discurre junto al Centro de Estudos Oterianos. En Trasalba era costumbre de la familia dueña de este inmueble plantar un árbol cada vez que nacía un nuevo miembro. Cuando nació Ramón Otero Pedrayo su padre plantó un pinsapo, al que Otero se refería como “araucaria” o “meu irmao”. Ese ejemplar fue derribado en 1972 por el viento y parte de su madera sirvió para confeccionar el ataud en el que fue colocado el cadáver de don Ramón. La solana de la casa es sugerente y en ella el escritor solía descansar. Desde allí, al lanzar la vista hacia el paisaje, quizás despertase el geógrafo que Otero llevaba dentro, por esa pasión de describir lo que veía en aquel teatro natural. Conviene recordar que el paisaje era para este intelectual parte de la identidad de la tierra, parte pues, de la identidad gallega.

Paisaje desde la casa museo. FOTO: J.M.G.
Paisaje desde la casa museo. FOTO: J.M.G.

  En Trasalba no faltaba la bodega. En este pueblo eran típicos los sarrieiros, que tenían como ocupación sacar el sarrio de las cubas por varios puntos de España. Ahora pasamos al interior de esta casa en la que solo falta que se nos aparezca el propio Otero para darnos la bienvenida. No está físicamente, pero se siente su poderosa presencia en aquel silencio de tapetes, mesas, libros, candelabros, lámparas, cortinajes, terciopelos… El interior rebosa sabor antiguo, ido, entrañable. Vemos la cocina, verdadero templo de socialización familiar y vecinal en los duros inviernos. Una gran chimenea y cacharros de metal colgados dan ambiente a un espacio de piedra en le pavimento y paredes blancas, notándose el recuerdo del humo de tantos pucheros que ahí se pusieron a hervir. Se conserva la despensa con sus enseres y la luz del sol que ilumina con alegría la estancia aportando sabor.

   Seguimos caminando casi solemnemente por aquel microcosmos y alcanzamos el despacho del patriarca. Los libros llenan sus paredes, una gozada para cualquier curioso. En medio, la mesa con el sillón y las sillas de rigor. Al fondo, colgada de una percha, pende la toga, muceta, puñetas, birrete, guantes, medalla de doctor en Filosofía y Letras. En otra sala hay una joya documental gallega como es la Carta Geográfica de Galicia que mandó imprimir el matemático Domingo Fontán en el siglo XIX. Recordemos que se trata del primer mapa español hecho con medidas matemáticas. Don Ramón tuvo dos ejemplares de este mapa, dejando uno en Buenos Aires, en la sede del Centro Gallego, donde continúa expuesto.

Alrededores desde la casa de Otero Pedrayo. FOTO: J.M.G.
Alrededores desde la casa de Otero Pedrayo. FOTO: J.M.G.

    Pasamos a un dormitorio que contiene una capilla con un reducido retablo colocado bajo un arcosolio el cual, a su vez, se cierra con dos puertas como si se tratase de una alacena. Hay que circular por la casa, empaparse en su interior y sentir el silencio del tiempo y los recuerdos de las obras de Otero Pedrayo: Os camiños da vida (1928); Arredor de si (1930); Devalar (1935); “Desde a solaina”, en Parladoiro; Escrito na néboa (1927); “A Volta”, en Nós (1927)…

   El crujir de los tablones del pavimento de la casa tiene arte. Todo rezuma elegancia, sabiduría, embrujo en esta casa, embellecida por la luz del verano. Pueblo literario por excelencia, en el que no debemos abandonar la visita sin conocer sus rincones. Merece un paseo porque tanto la propia casa como el resto de Trasalba son escenarios privilegiados de textos de don Ramón, escritor que nació en Ourense el 5 de marzo de 1888 y murió en ese mismo piso de la Rúa da Paz, a los 88 años, el 10 de abril de 1976. Fue catedrático de Enseñanza Media en Geografía iniciándose en Burgos para luego instalarse en Ourense. Colaboró en la revista Nós.

Parte trasera de la casa. FOTO: J.M.G.
Parte trasera de la casa. FOTO: J.M.G.

   En 1923 contrajo matrimonio con la cántabra Josefina Núñez Bustamante y realizaron un viaje por Europa, concretamente visitaron Bélgica y Francia. En 1925 ingresó el escritor en el Seminario de Estudos Galegos defendiendo el ensayo Síntese xeográfica de Galicia. En 1929 fue nombrado miembro de la Real Academia Galega escogiendo para su ingreso el discurso Romantismo, saudade e sentimento da raza e da terra en Pastor Díaz, Rosalía de Castro e Pondal. Le respondió Vicente Risco. Dos años después presidió el recién fundado Partido Nazonalista Repubricán de Ourense y entre 1931 y 1933 Otero ejerció como diputado galleguista en las Cortes Constituyentes republicanas. Con la llegada del franquismo fue depurado como docente y depuesto de su cargo teniendo que sobrevivir sin ese sueldo durante once años.

Otra perspectiva del despacho, con la toga de doctor en la percha. FOTO: J.M.G.
Otra perspectiva del despacho, con la toga de doctor en la percha. FOTO: J.M.G.

   En 1947 pronunció varias conferencias en Argentina, país en el que le surgió la ideal del proyecto de editar una gran historia de Galicia. Las citas con América de Otero Pedrayo fueron tres teniendo como destinos Argentina y Venezuela. Al primer país viajó en 1947 y en 1959, y al segundo lo hizo en 1956. La vida de don Ramón fue densa, plena, repleta de actos, de publicaciones. En 1950 se convirtió en catedrático de Geografía e Historia en la Universidad de Santiago y junto a un grupo de galleguistas fundó la editorial Galaxia. Cuando se jubiló pronunció una conferencia en gallego porque se lo había pedido una discípula. Era 1958 y casi diez años antes, hablando en público en el Posío con motivo de la inauguración de un busto dedicado a Lamas Carvajal, Otero se expresó en gallego ante lo que las autoridades locales no dudaron en entonar el Cara al Sol para que no se escuchase al intelectual, que tuvo la elegancia de callarse y esperar a que rematara aquel espectáculo esperpéntico.

  En esta casa está el Museo Otero Pedrayo, que abre todos los días excepto lunes, de 11.00 a 14.00 horas y de 16.00 a 18.00 horas desde octubre a abril y de 11.00 a 14.00 horas así como de 17.00 a 20.00 horas desde mayo a septiembre. Para obtener más información se puede llamar al teléfono 988 28 11 39.

Publicado enGaliciaOurensePatrimonioTrasalba

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