JESÚS MANUEL GARCÍA. La catedral ourensana se asienta sobre un terreno en ladera por el que circulan corrientes de agua. En su capilla de San Juan hay un pozo que ayuda a los geólogos a estudiar el termalismo que existe bajo el suelo que pisamos en cualquier punto de la ciudad. Un yacimiento de primer orden. José Ángel Cid e Isabel Delgado pertenecen al grupo de investigación Geotermia e Hidrogeología de la Facultad de Ciencias, grupo que dirige el profesor y decano Pedro Araújo. El pozo de la basílica de San Martiño es de agua fría aparentemente. Isabel lo estudió y obtuvo que su profundidad es de 5,68 metros. Su nivel de agua alcanza una altura de 2,77 metros. La temperatura de ese líquido es de 18,6 grados y su conductividad, de 500 microsiemens (mS) por centímetro, conductividad alta, dice Delgado. Se trata de la capacidad del agua de conducir la electricidad. El agua de bebida tiene entre 80 y 100 microsiemens por centímetro. Por tanto, según la ley, esta del pozo catedralicio es termal. La media anual del agua de la ciudad de Ourense está en 14,5 grados.
Para investigar el yacimiento termal ourensano en su conjunto se inventarían pozos de agua fría. Si hay una anomalía en el subsuelo, ese pozo mostrará unos parámetros que indicarán que algo raro sucede. Uno de ellos es la temperatura del agua profunda, que es constante. «Un pozo que en invierno nos muestre una temperatura superior a 17 grados nos indica una anomalía en su agua profunda, porque esa temperatura no es normal. Según la legislación cualquier agua que supere en cuatro grados la temperatura ambiente se considera agua termal. En Ourense cualquier agua que supere los 18 grados centígrados lo es», dice José Ángel Cid.
Lo cierto es que según este experto la catedral está situada sobre una zona sensible geotérmicamente hablando. “Si profundizásemos más encontraríamos agua a más de 18 grados, llegando a los 66 grados que dan As Burgas”, explica. «Puede suceder que tengamos un pozo de siete metros de profundidad con agua, y que no haya cortado una fractura de agua termal. Pero a lo mejor el agua termal está circulando bajo ese pozo, y por una micro fisura, está alimentando al pozo o calentándolo desde abajo como si fuese una olla», explica el geólogo. También les interesa ver cómo aumenta la temperatura del agua en profundidad: «Es lo que llamamos el gradiente geotérmico. Por eso bajamos muy despacito un termómetro por el pozo hacia el fondo, para comprobar cómo va ascendiendo esa temperatura. Y ese ascenso es lo que nos va a mostrar si hay o no anomalía».
La zona vieja de Ourense está muy influenciada por las fracturas articuladas en torno al río Barbaña, que confluyen en As Burgas, lo que hace que ena varios puntos haya temperatura: «Así se ve que el yacimiento termal de la ciudad sobrepasa las zonas tradicionales termales. Esas temperaturas permitirán aprovechamientos balnearios o calefacción directa». La temperatura más alta de las registradas en la capital ourensana es la del Muíño da Veiga, con 71,4 grados, en plenas riberas del Miño. El agua bajo la Praza da Imprenta da 50 grados. El yacimiento geotérmico de la ciudad de Ourense se articula en torno a los tres grandes ríos del municipio: Barbaña, Miño y Lonia. «Incluso también en Outariz, el arroyo Porto. Los puntos de afloramiento son evidencias de que algo inusual está sucediendo en el subsuelo de nuestra ciudad», explican Cid y Delgado.
Bajo el suelo que pisamos en esta ciudad gallega se produce una transferencia de calor a una temperatura elevada que no sucede en otros lugares de España. Para estudiar ese fenómeno, hay que inventariar pozos teóricamente de agua fría, como el de la Catedral. Ayuda a conocer la dinámica del agua subterránea en Ourense. Esto implica, dice el experto, que en zonas alejadas de los puntos de afloramiento se muestren puntos calientes. En Eiroás, justo en su nuevo polideportivo, hay temperatura elevada bajo tierra. Lo mismo acontece en la zona del barrio A Ponte, junto a la vía del tren que separa este barrio del de O Vinteún, y en la Casa da Mocidade o en el propio campus universitario. El yacimiento termal ourensano engloba la ciudad, sobre todo en la ribera Norte y en los ejes del río Barbaña.
Uno de los parámetros que los expertos Cid y Delgado investigan en los pozos de agua fría es la composición química. «La medimos a través de la conductividad eléctrica. Esa conductividad de un agua fría en Ourense estaría en torno a los 90 o 100 microsiemens (mS) por centímetro. Las aguas termales presentan valores de conductividad superiores, como la de As Burgas, de 1.000 microsiemens por centímetro», señala Cid. Un microsiemens es una unidad de conductividad eléctrica, una muestra de la concentración de sal que presenta el agua. A mayor conductividad eléctrica mayor concentración de sal, lo que implica que ese agua ha permanecido más tiempo en el subsuelo por siglos y se ha cargado más de sales. Y su origen es diferente al del agua superficial, que se filtra a ciertas profundidades y sale por la fuente. «Así podemos detectar anomalías. Si el agua de un pozo indica temperatura elevada y alta concentración de sal, inventariamos un punto de inicio termal», añaden los dos autores ourensanos.
De todo ello se concluye que como caso único en España y de los pocos existentes en Europa, la ciudad de Ourense tiene, bajo sus pies, su mayor monumento natural: su considerable yacimiento de agua termal.
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