JESÚS MANUEL GARCÍA. Cuando visitamos catedrales, edificios ciertamente muy atractivos por su arte, historia y significado, muchas veces no nos damos cuenta de que estamos en un edificio muy especial de modo que toda catedral es una iglesia pero no toda iglesia es catedral. Vamos a explicar hoy qué se entiende por iglesia catedral, para mejor comprenderlas cuando las visitamos.
La catedral no es tal por ser un edificio muy antiguo, más grande o más rico artísticamente. Lo que hace a una iglesia catedral es tener la cátedra del obispo, de ahí su nombre. También se les llama Sede, Seu, Seo, aludiendo a la silla, sede episcopal.
La cátedra del obispo es su sede desde la que preside la liturgia. En ella solo se sienta el obispo u otro miembro del Colegio Episcopal al que aquel le conceda permiso. Cuando un sacerdote celebra en el altar de la iglesia catedral, no se sentará nunca en la cátedra episcopal sino en una sede o silla distinta. La cátedra es signo visible de la presencia en la diócesis del sucesor de los apóstoles. Es signo del magisterio y de la potestad del pastor en la Iglesia diocesana, según se lee en el Coeremoniale Episcoporum vigente. Y en la catedral el obispo celebra las mayores solemnidades, consagra el santo crisma y lleva a cabo las ordenaciones de los aspirantes al diaconado y al sacerdocio.
La norma señala que la cátedra ha de ser única y fija, colocada de tal modo que se vea bien al obispo como presidente de la asamblea de fieles. También es signo de magisterio episcopal, por eso se aconseja a este que hable al pueblo de Dios desde dicha cátedra. Esta se halla en relación con el punto central de la catedral, que no es otro que el altar mayor. Como dice el Pseudo Dionisio Aeropagita, es la cátedra el lugar desde el que el obispo transmite la ciencia sagrada. Las normas recomiendan que en las naves de la catedral ningún otro altar secundario tenga mantel excepto el principal.
En una diócesis solo hay una catedral, como símbolo de la unidad. Hoy, sin embargo, encontramos diócesis en las que hay catedral y concatedral. En Galicia tenemos dos ejemplos: en la diócesis de Tui-Vigo, la catedral se halla en la ciudad tudense, mientras que en la olívica, la más populosa de Galicia, está la concatedral, ambos templos dedicados a Santa María. En la diócesis de Mondoñedo-Ferrol la catedral se ubica en la primera ciudad hallándose en la segunda la concatedral, dedicada a San Julián.
Pues bien, la concatedral solamente tiene como objetivo facilitar que el obispo pueda celebrar algunas solemnidades en un edificio ubicado en la población más grande, en este caso, Vigo o Ferrol, mas el simbolismo sacramental diocesano de la unidad de la Iglesia radica tanto en la catedral de Tui como en la de Mondoñedo. Se considera que la concatedral, como dice P. Farnés, es signo de unidad diocesana solo cuando el obispo celebra en ella para toda la diócesis. En el resto de celebraciones sin presencia del obispo, la concatedral pierde ese signo de unidad, permanente, sin embargo, en la iglesia catedral.
A estos templos episcopales se les conoce como catedral desde el siglo XII pues hasta entonces eran denominados Iglesia Madre, Iglesia Mayor o Iglesia Matriz. En Portugal, por ejemplo, varias igrejas matrices se volvieron catedrales con la creación de las nuevas diócesis, piénsese en los cercanos casos de Vila Real y Viana do Castelo. Y no son, precisamente, los templos más grandes.
Pere Tena señala que la iglesia catedral está dedicada a acoger la Iglesia local como unidad. Y añade que solamente ella es el “punto de referencia permanente de la reunión de todos los diocesanos”. Y el obispo es miembro del Colegio Episcopal que preside el Papa. Y dicho Colegio Episcopal es a su vez sucesor del Colegio de los Apóstoles, presidido por Jesús.Toda catedral ha de tener sus lugares celebrativos que son: el altar, la cátedra episcopal y la sede presidencial del sacerdote; el ambón, el baptisterio, el coro, el claustro, la sacristía; la capilla del Santísimo, capilla y coro para los días no festivos. Del cuidado de la catedral se encargan los miembros del Cabildo, que ayudan al obispo en tareas de gobierno y han de mantener la excelencia del culto como ejemplo para toda la diócesis. Ningún sacerdote ejerce en su parroquia si antes no ha celebrado con el obispo en el altar de la catedral, centro de la diócesis.
Para la Iglesia Católica es tan importante la catedral que cada año se celebra la dedicación de la misma con una solemnidad y es en ese momento cuando junto a cada cruz de consagración, que vemos grabadas en la piedra de pilares y muros por todo el templo, se encienden velas. Para recordar el lejano o no tan lejano día, según, de la consagración de ese edificio como catedral. En algunos casos hace varios siglos, en otros, apenas unas décadas.
Cuando a una catedral se la cita como metropolitana, quiere decir que es la sede arzobispal, la catedral cabeza de una archidiócesis, demarcación formada esta y por varias diócesis sufragáneas. En Galicia, la sede metropolitana es la de Santiago siendo sufragáneas las de Lugo, Mondoñedo-Ferrol, Tui-Vigo y Ourense.
Dicho todo lo que precede, que nadie piense que visitar con rigor una catedral tiene que ser algo tedioso, aburrido. Al contrario. Se trata de entenderla en todos los sentidos. Solo así se disfruta del monumento, con mayor conocimiento del mismo.
Para saber más:
VV. AA.: El obispo y la liturgia diocesana, Barcelona, Cuadernos Phase, nº 53, 1994.
VV. AA.: La liturgia en las catedrales, Barcelona, Liturgia y espiritualidad, núms. 10/11, 1996.
Ceremonial de los obispos, Roma, 1984.
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