JESÚS MANUEL GARCÍA. Nuestra cita de hoy está en la Catedral de Sigüenza para visitar la capilla del Doncel. Para ello nos acercamos al brazo sur del transepto en cuyo muro oriental se abre la puerta enrejada que da paso a dicha capilla, donde antiguamente se ubicaba uno de los absidiolos de la cabecera románica del templo seguntino. El nombre de este espacio es capilla de San Juan Bautista y Santa Catalina, que luego estuvo dedicada al santo arzobispo Tomás de Canterbury pasando a convertirse en panteón de la familia La Cerda. Desde finales del siglo XV es la capilla funeraria del linaje local de los Arce.
Lo primero que nos llama la atención es la portada, adscrita al estilo plateresco que responde a las trazas de Francisco de Baeza, Sebastián de Almonacid, Juan de Talavera y Peti Juan. La reja es de la autoría de Juan Francés. Se adorna esta entrada con los emblemas heráldicos de la familia patrocinadora y con una representación artística de la Epifanía.
Una vez que traspasamos esta portada nos adentramos en la capilla, coronada con una magnífica bóveda de crucería. En su interior hay mucho y bueno que ver. Se suceden varios sepulcros de los Arce y entre ellos el más sobresaliente, de modo que es una obra cumbre en el arte tardogótico español, es el del joven Martín Vázquez de Arce, caballero que murió en la batalla de Granada en 1486. Era un caballero joven, y nunca se le llamó doncel hasta el siglo XIX en que la palabra apareció en un artículo de la prensa del momento.
Su sepulcro, por la estatua del difunto, está considerado como uno de los mejores de Europa. Vemos un arcosolio monumental de medio punto en cuyo intradós hay cuatro arcos convexos lo que nos indica aún la presencia del gótico. El sarcófago se apoya sobre tres cabezas de leones que se muestran desafiantes. El frontal del mismo se divide en cinco espacios decorados con motivos florales y al centro, dos pajes sostienen el escudo de este caballero.
Dicho conjunto nos invita a elevar la vista sobre el sarcófago, donde vemos a un joven recostado, apoyando su codo derecho sobre un pequeño montón de laurel. Está leyendo un grueso libro y parece meditar, por su mirada tranquila. El joven está vivo, vista cota que en la parte superior es de cuero y en la inferior de malla. Las piernas las cubre con piezas metálicas de armadura. Y están cruzadas, quizás en alusión a la muerte del joven en una cruzada. Además viste esclavina sujetada con un cordel de gran realismo. Debajo de esta pieza se le ve en el pecho la cruz de la Orden de Santiago. Martín está bien peinado y cubre su cabeza con un bonete de tela. De su cinturón cuelga la daga que se ve. El autor de esta obra nos dejó un retrato realista de cómo vestían los caballeros medievales de Castilla.
El tratamiento del joven es de una gran maestría por parte del escultor que así lo inmortalizó. La escultura alude a la vida sin fin. Tantos elementos florales alrededor del difunto aluden a la vida eterna, que nos muestra a un Martín vivo, con un pajecillo que a sus pies está llorando. La familia, con su dolor, así lo quiso representar. El muro tras el joven se decora una vez más con motivos vegetales que van formando imágenes romboidales y, en el medio, una cartela escrita en caracteres góticos nos habla de la última hazaña de Martín en Granada.En la parte superior observamos pinturas del XV alusivas a escenas de la Pasión de Cristo. A los lados, en las jambas, se observan dos pequeñas esculturas de Santiago y San Andrés.
Al lado de este sepulcro está el plateresco que contiene los restos del hermano de Martín, Fernando de Arce, que fue obispo de la antigua diócesis de Canarias, hoy de Las Palmas. Se le representa tumbado y revestido con los ornamentos pontificales propios de su condición, apoyando su cabeza mitrada sobre cojines, lo que hace referencia al honor de la persona. Junto al bello arco que inscribe el sepulcro se representan las virtudes y, dentro del mismo arco se ve una curiosa escena de la Ascensión de Cristo. Los apóstoles y María miran a lo alto donde vemos un trozo de la túnica y los pies de Jesús, que se supone está a punto de perderse en los cielos. De arriba salen rayos que aluden a la bajada del Espíritu Santo sobre los que miran a lo alto. Este sepulcro contiene grutescos y es de una gran belleza.
Los padres de ambos hermanos también descansan en esta hermosa capilla catedralicia seguntina. Sus cuerpos se guardan en sendos sepulcros paralelos ubicados frente al altar. Allí reposan Fernando de Arce y su esposa, Catalina de Sosa. El estilo aquí es pleno renacentista. Este sepulcro doble se sostiene sobre leones. Y nada más entrar en la capilla, a ambos lados se ven otros dos sepulcros incrustados en los muros, el de la izquierda es del abuelo de los hermanos Arce y el de la derecha corresponde al de la abuela. Curiosamente la lauda sepulcral del abuelo no está con su escultura hacia arriba, sino hacia un lado, por necesidades de reforzar el muro en esa zona.
Se impone quedarse unos minutos en esta capilla para observar con detalle el sepulcro del Doncel pues solo así se aprecia en todo su esplendor hasta el punto de que nos emocione tan buena factura artística. Un espacio arquitectónico que es una magnífica colección de sepulcros renacentistas única. Y tanta ornamentación resalta con la luz natural que se cuela por los vanos en una de las capillas mejor iluminadas de toda la catedral.
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