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En el cielo de Ourense: Las cubiertas de la Catedral. El sur (II)

Las almenas al sur del templo recuerdan el carácter de fortaleza que tuvo esta catedral. FOTO: J.M.G.
Las almenas al sur del templo recuerdan el carácter de fortaleza que tuvo esta catedral. FOTO: J.M.G.

JESÚS MANUEL GARCÍA. Continuamos nuestro recorrido por las cubiertas de la catedral ourensana, subiendo ahora, desde la terraza unida al ángulo suroeste del cuerpo de naves con el brazo sur del transepto, hasta un segundo nivel que nos sitúa ahora justo encima de una parte del Archivo de la Catedral y este, a su vez, campea sobre el arranque de lo que iba a ser la Claustra Nova, reducido pero interesantísimo espacio que acoge parte del museo. Se trata de un espacio con planta en L , por uno de cuyos lados va paralelo a la mitad superior del brazo sur del transepto, quedando sus canecillos a más baja altura.

Los canecillos del brazo sur quedan a menor altura debido a la construcción de la terraza que cubre el archivo. FOTO: J.M.G.
Los canecillos del brazo sur quedan a menor altura debido a la construcción de la terraza que cubre el archivo. FOTO: J.M.G.

   En los lados de esta terraza que dan hacia la fachada sur de la basílica y hacia el patio interior, están presentes almenas terminadas en pirámide o en forma de mitra. Desde allí se brinda una excelente panorámica de toda la cara sur del cuerpo de naves catedralicio, hasta la torre de San Martiño, que desde aquel punto adquiere una gran verticalidad. Se aprecian también los contrafuertes verticales que aguantan las presiones de la bóveda de la nave central bajo los cuales corre el tejado que cubre la nave lateral sur, en cuyo bajocubierta hay arbotantes románicos que evitan el colapso de la fábrica.

Desde este nivel se ven los dos primeros y más antiguos tramos de las naves. FOTO: J.M.G.
Desde este nivel se ven los dos primeros y más antiguos tramos de las naves. FOTO: J.M.G.

   Se adivina, de igual modo, el hastial de occidente, que alberga en su interior la tribuna del órgano y el nártex con el Pórtico do Paraíso. Al fondo, a la derecha, sobresale prominente el cuerpo de campanas de la torre homónima, coronada con cúpula clasicista, al igual que del mismo estilo es el citado cuerpo, obra de Pedro de Arén. Si miramos al brazo sur del transepto, nos sorprenderemos con la decoración de metopas y canecillos.

Obsérvese el tratamiento vegetal en flores y hojas que decoran las metopas. FOTO: J.M.G.
Las metopas lucen interesantes muestras de decoración vegetal. FOTO: J.M.G.
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Obsérvense las hojas rizadas de este elemento que forma parte del «jardín» catedralicio. FOTO: J.M.G.
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Otra flor para aportar variedad al jardín de tan singular edificio. FOTO: J.M.G.
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Y otro diseño del escultor para mostrar la belleza de la creación y ornamentar esta «Jerusalen celestial». FOTO: J.M.G.

   El suelo sobre el que pisamos coincide con la parte superior de los arcos que unen los contrafuertes de ambos tramos de dicho brazo sur que, al interior, serán cuatro de distinta anchura. En el alero se comprueba sencillez temática y, como recuerda Pita Andrade, “el dominio de un estilo arcaizante en el último cuarto del siglo XII”. De nuevo la riqueza vegetal convertida en piedra, con un generoso catálogo de hojas en ornamentación naturalista tan propia de la segunda campaña constructiva de esta basílica, cabezas zoomorfas y elementos antropomorfos como el hombre que está leyendo un libro, amén de alguna bestia nueva.

Desde esta terraza puede verse la imponente silueta del cimborrio. También se aprecia el husillo de la escalera de caracol que permite la subida. FOTO: J. M. G.
Desde esta terraza puede verse la imponente silueta del cimborrio. También se aprecia el husillo de la escalera de caracol que permite la subida. FOTO: J. M. G.

   El sol de la tarde enciende de forma sublime este espacio arquitectónico. Mirando hacia abajo queda la primera terraza ya tratada, que abarcamos con una vista única desde esta atalaya. Y tanto desde una como desde la otra la perspectiva del cimborrio coronando la catedral resulta soberbia. Al circular por estos niveles es cuando nos damos cuenta de lo desconocida que sigue siendo esta catedral y de la sensación de encontrarnos en otra parte, placentera, contemplando tanta riqueza ornamental. Podemos mirar hacia el sur de la ciudad teniendo ante nosotros una sinfonía de tejados de los más diversos niveles y diseños de la vieja Auria.

   Ambas terrazas no siempre estuvieron accesibles como ocurre hoy pues a mediados del pasado siglo el arquitecto Francisco Pons-Sorolla tuvo varias intervenciones en el edificio para liberarlo de las pesadas cubiertas de teja que invadían toda la parte superior. En los años 1948 a 1951 se proyectó en principio la mejora de las cubiertas. Pero Belén Fernández, investigadora experta en Pons-Sorolla, señala que en el proyecto de 1980 se informa que la reparación de las cubiertas no comenzó hasta 1977. Con esa obra quedaron a la vista estos dos niveles exteriores mencionados. La terraza de las almenas se reconoce sin dificultad al mirar desde la calle a lo alto en la Praza do Trigo, a la izquierda del portal, según lelevamos la mirada.

Unión de los dos primeros tramos de naves (izquierda) con los del brazo sur del transepto (derecha). FOTO: J.M.G.
Unión de los dos primeros tramos de naves (izquierda) con los del brazo sur del transepto (derecha). FOTO: J.M.G.

   A pesar de supresiones y reposiciones de Pons-Sorolla en esta fábrica, son evidentes los vestigios que nos están hablando de una catedral fortaleza. Volvemos al husillo porque el caracol de escaleras bien restaurado por Pons-Sorolla aún nos tiene que permitir alcanzar un tercer nivel, la cubierta del transepto. Nueva y agradable sorpresa en las alturas de la ciudad.

En una esquina luce este capitel que parece suspendido en el aire, elemento típico en esta catedral y en otros edificios medievales de la provincia. FOTO: J.M.G.
En una esquina luce este capitel que parece suspendido en el aire, elemento típico en esta catedral y en otros edificios medievales de la provincia. FOTO: J.M.G.
Mirando hacia el oeste la vista choca con el muro vertical de la torre de San Martiño antes de la cual vemos la cubierta de la nave lateral sur. FOTO: J.M.G.
Mirando hacia el oeste la vista choca con el muro vertical de la torre de San Martiño antes de la cual vemos la cubierta de la nave lateral sur. FOTO: J.M.G.

Dejamos por hoy esta segunda subida a las cubiertas del principal monumento medieval de la ciudad de Ourense. El recorrido continuará por este libro abierto, lleno todo él de simbolismo que nos transmite un saber que es fundamental para entender este gigantesco contenedor de historia. La historia de Ourense en los últimos 900 años nada menos.

Publicado enArquitecturaArteCatedral de OurenseOurensePatrimonio

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