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Secretos de piedra en el castillo de Castro Caldelas

El parladoiro nos habla de una función más palaciega que militar en el castillo. FOTO: J. M. G.
El parladoiro nos habla de una función más palaciega que militar en el castillo. FOTO: J. M. G.

JESÚS MANUEL GARCÍA. Vamos a conocer hoy algunos detalles sobre la técnica de construcción de la imponente mole del castillo de Castro Caldelas, fortaleza que en su mayor parte se ha levantado en granito, piedra que tanto fue empleada para cantería como para la mampostería, en este segundo caso fabricada piedra pizarrosa que, junto al gneis y alguna caliza del paleozoico forman la geología local. Si visitamos con detalle el castillo, nos damos cuenta de que la piedra de cantería salta a la vista en pilastras, puertas, muros de las torres, murallas, hasta el pozo circular del patio de armas. La mampostería se aprecia en los paramentos del este y oeste en el interior del patio de armas, son los muros de la casa del recaudador, donde hoy se halla ubicada la Biblioteca Municipal; también al oeste y sur y en una parte del muro de la Tulla.

   Al pasear por este monumento vemos arcos variados: de medio punto, apuntados, algún arco escarzano y hasta conopial que se hallan en ventanas, puertas y lareiras, tallados con detalle, lo que a los investigadores permite fijar secuencias cronológicas entre esos elementos y las zonas en las que se utilizan. Estos elementos bien tallados así como los sillares en los que se aprecian numerosas marcas de cantero, nos hablan de una fase de reconstrucción del castillo porque las zonas donde la cantería está menos trabajada son más primitivas. Los técnicos han observado que en varias puertas las dovelas del arco están movidas, lo que se debe a fallos en al reparto de cargas del inmueble o a fracturas propias del mismo.

Puerta con arco conopial. FOTO: J.M.G.
Puerta con arco conopial. FOTO: J.M.G.

   Los suelos de los pisos del castillo eran y son de madera de roble apoyada sobre ménsulas de granito. En alguna parte del monumento se recuperaron vigas originales del antiguo salón noble. Ni que decir tiene que los distintos pavimentos de este castillo caldelao son de varias hechuras según las etapas cronológicas a las que pertenecen, según las investigaciones arqueológicas llevadas a cabo en este titán de la villa. Nada más acceder al patio de armas llama la atención el pavimento de piedra, con un enlosado que va hacia la llamada casa del recaudador lo que nos está indicando, según los arqueólogos, la época en la que el castillo perdió su aspecto militar para convertirse en pazo, lo que se produjo en los siglos XVI y XVII. En esta zona en la que estamos hay otro pavimento de piedra pequeña que tendría dicho patio de armas allá por los siglos XV y los primeros años del XVI.

   Si queremos buscar decoración original en las piedras del noble edificio esta se reduce a sus elementos heráldicos, los arcos como el conopial a través del cual entramos en el salón noble, o las molduras de las basas de las pilastras del patio. Pero sin duda un aspecto de este castillo que da para dedicarle horas y horas de observación es el de la riqueza de marcas de cantero que posee. Si su número es elevado, ciertamente, nos está dando a entender que aquí se llevó a cabo un trabajo intenso, a destajo.

Marca de cantero en el castillo de Castro Caldelas. FOTO: J. M. G.
Marca de cantero en el castillo de Castro Caldelas. FOTO: J. M. G.
Marca de cantero en forma de estrella. FOTO: J. M. G.
Marca en forma de estrella. FOTO: J. M. G.

   Esas marcas no son más que la firma de cada trabajador para cobrar los bloques tallados. Pero gracias a estos signos los investigadores han podido formular hipótesis confirmadas por la metodología empleada, que consistió en tratar de un modo conjunto la estructura construida y la arqueología de su subsuelo y muros. Así se ha podido conocer la relación entre los distintos estratos arqueológicos bajo tierra y las acciones constructivas y decorativas llevadas a cabo durante siglos. Dicho estudio sirve como guía para acciones rehabilitadoras en este tipo de edificios históricos. Los investigadores llevaron a cabo un completo trabajo de recogida de todas las marcas de cantería del castillo así como las encontradas en otros edificios de la comarca caldelá, fueran iglesias o inmuebles civiles. Tal acopio de información se efectuó mediante fichas gliptográficas. Se entiende por gliptografía el conjunto de aportaciones sobre la piedra y acerca de una superficie construida en una fortaleza. Los vestigios gliptográficos del castillo de Castro Caldelas se dividen en tres categorías: motivos heráldicos, marcas de cantero y motivos epigráficos.

Otras marcas en los muros del castillo caldelao. FOTO: J. M. G.
Otras marcas en los muros del castillo. FOTO: J. M. G.
Marca que recuerda unas tijeras. FOTO: J. M. G.
Marca que recuerda unas tijeras. FOTO: J. M. G.

   Los resultados a los que los investigadores llegaron gracias a este método no dejan de ser interesantes, pues como proliferan las marcas de cantero tanto en los muros de los sótanos como en las zonas más elevadas, quiere decir que la edificación del castillo de hizo de una sola vez y en un periodo relativamente corto. A los arqueólogos les llamo mucho la atención el no hallar marcas de cantero en la parte inferior de las torres y en ciertos muros del patio de armas. Por ello consideran que dicha ausencia de marcas obedece a que esa obra es anterior a la Revolta Irmandiña, confirmada por la excavación arqueológica.

Otro símbolo de cantero en la fortaleza. FOTO: J. M. G.
Otro símbolo de cantero en la fortaleza. FOTO: J. M. G.

   Tal obra primitiva consta de grandes bloques de piedra y sin embargo los bloques más pequeños llevan talladas las marcas de cantería. En todo esto los expertos ven desvelado el modo en que se construyó el castillo. Así, sospechan que lo primero que se levantó fue la Torre del Homenaje cuya planta fue sacada a la luz por la arqueología a la que seguirían las torres del Reloj, de la Cárcel y la que hoy conocemos como Torre del Homenaje, que no es la original mencionada. A esta fase también pertenecieron otras edificaciones de las que quedan ciertos vestigios en el patio de armas, entre las que pudiera hallarse la capilla, según el Libro de Fábrica y de visitas de la parroquia de Castro Caldelas, del año 1663, folio 260 vuelto. Tras esta fase constructiva debió surgir otra de reconstrucción y ampliación de la fortaleza, debido a los destrozos causados por la ya citada Revolta Irmandiña.

   El castillo caldelao pertenecía al Conde de Lemos, al que le derribaron nada menos que 19 fortificaciones y él ordenó la reconstrucción de varias, entre ellas esta que nos ocupa, por parte de los vecinos. En el siglo XV, época de la revuelta, estos edificios tenían gran importancia como palacios residenciales y, además, como auténticos centros administrativos, económicos y de estrategia. Se sabe que lo primero que los Irmandiños atacaron fue la primitiva Torre del Homenaje, que consiguieron echar abajo. Luego atacaron las demás torres, incluida la puerta principal.

   ¿Y cómo consiguieron derribar estas moles? Se cree que se valieron de diferentes técnicas según las circunstancias pero la forma de derribar las torres parece que fue la misma que utilizaron en la destrucción de las torres del arzobispo de Santiago, como bien explica Lojo Piñeiro en su libro sobre la violencia física en la Galicia del siglo XV o Rodríguez González en su Pleito Tabera-Fonseca, entre otros autores. Es decir, que se efectuaba la retirada de las piedras de los ángulos inferiores de las torres con lo que lograban echar abajo al menos dos de sus muros. En los últimos años del siglo XV y primeros del XVI la fortaleza caldelá fue reconstruida y en esos nuevos bloques es donde los canteros dejaron sus célebres marcas. De ahí que gracias a ellas se pueda decir que la revuelta causó notables destrozos en este monumento, amén de la muralla exterior con sus torres, o la escalera que lleva al adarve desde el patio de armas. Es la época en la que se diseñaron y construyeron nuevos vanos, más amplios y con los típicos bancos de piedra, es decir, los parladoiros, que no son más que miradores, es decir, lugares de recreo, amén de otras ventanas avanzadas en el mundo de la artillería. El castillo se estaba configurando como pazo mostrando un patio de armas bien enlosado y altas pilastras que sostienen el corredor, aspecto que se veía en las casas señoriales de la época en Ourense, pensemos en el Liceo, entre otros.

El patio de armas recuerda a los de los pazos del XVI en Ourense. FOTO: J. M. G.
El patio de armas recuerda a los de los pazos del XVI en Ourense. FOTO: J. M. G.

   Pero hay más, pues las marcas de los canteros en este castillo permitieron y relacionar el trabajo de esos canteros en dicha fortaleza con obras en el vecino monasterio cisterciense de Santa María de Montederramo, entre otros edificios. Esto nos dice que hubo circulación de canteros del castillo por la comarca caldeá e incluso fuera de la misma, pues se han detectado idénticas marcas en el castillo templario de Ponferrada, aunque los expertos prefieren terminar los estudios gliptográficos que les permitan, quizás, confirmar su hipótesis. También las hay en la catedral ourensana. Nos hemos acercado a un mundo fascinante en un edificio que sigue siendo una enorme caja de sorpresas y al que sin duda nos acercaremos en próximas entradas.

Publicado enCastro CaldelasHistoriaInvestigaciónOurensePatrimonioRestauración monumental

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