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En el cielo de Ourense: Las cubiertas de la Catedral. El sur (I)

Cabeza de animal en uno de los canecillos. FOTO: J. M. G.
Cabeza de animal en uno de los canecillos. FOTO: J. M. G.

 JESÚS MANUEL GARCÍA. Iniciamos hoy un recorrido apasionante por las cubiertas de la Catedral de Ourense. Y lo haremos en varias entregas, para ir conociendo con detalle lo que nos vamos encontrando. Es un itinerario no abierto al público y sin embargo fundamental para conocer aún más el principal monumento medieval de la ciudad y una de las grandes catedrales románicas españolas, aunque, en el caso que nos ocupa, diremos con Pita Andrade, catedral protogótica. Un edificio de tal envergadura que se hace imposible de conocer, pues cada día nos sorprende.

   Para ascender, lo primero es encontrar la puerta de acceso a la escalera. De las dos que hay en el muro occidental de los brazos del transepto, utilizaremos la del brazo sur. Para alcanzarla, es preciso subirse al banco de piedra que corre por dicho brazo.

Vano que daría luz al husillo de la escalera por el oeste, hoy cegado. FOTO: J.M.G.
Vano que daría luz al husillo de la escalera por el oeste, hoy cegado. FOTO: J.M.G.

   Un pequeño salto y abrimos la histórica y estrecha puertecilla con su llave. Esta es más pequeña que la que se precisa para introducir en el ojo de cerradura enorme que hay al centro de la hoja de madera. Una vez abierta se nos presenta el husillo de la escalera de caracol, oscuro, y una muy ligera corriente de aire se nota. Pulsamos el interruptor de la luz eléctrica e iniciamos la subida, que se hace cómoda.

   A medida que vamos avanzando y girando, nos encontramos un vano con arco de medio punto, ciego, que da a la vecina o contigua Claustra Nova. En la pared circular del husillo predomina la marca de cantero en forma de X. Antes de aquella obra, dicho vano daba luz, como tantos otros de que dispone esta catedral, hoy cegados. Un poco más arriba, un óculo nos permite divisar el interior del brazo sur del transepto y el arranque de la girola. La vista no tiene desperdicio. Completamos el giro de nuevo y llegamos a otro óculo o pequeño vano que nos deja ver lo mismo que el inferior, pero desde una mejor altura. Y aún otro nos dará la misma imagen, más alto, pero cubierto con una hoja de metacrilato rayada que impide disfrutar bien de la vista interior.

Vista del arranque de la girola por el sur. FOTO: J.M.G.
Vista del arranque de la girola por el sur. FOTO: J.M.G.

   Prosigue la subida y la luz del día vence e inutiliza el brillo de los tenues focos eléctricos. A nuestra derecha una puerta de cristal nos permite salirnos del husillo y alcanzar la primera terraza exterior. Accedemos así a una superficie paralela a los dos primeros tramos de las naves. Estamos en el ángulo que forman el cuerpo de naves por su lado sur con el muro occidental del transepto sur. Nos hallamos pues, en el ángulo suroeste del crucero. Bajo nuestros pies, dos tramos de la nave lateral sur y el arranque de la ya mencionada Claustra Nova.

ARcos que unen los contrafuertes de los dos primeros tramos de naves vistos desde el sur. Son los dos tramos más antiguos. FOTO: J.M.G.
Arcos que unen los contrafuertes de los dos primeros tramos de naves vistos desde el sur. Son los dos tramos más antiguos. FOTO: J.M.G.

   Observamos que los dos primeros tramos de naves son los más antiguos. Cada uno de ellos recibe la luz solar por sendos vanos estrechos y de altura abundante, flanqueados por columnillas con capiteles vegetales, que sostienen un arco de arista perfilada por un baquetón grueso. Los vanos de los tramos siguientes, a partir del tercero, cambian su diseño en lo que al muro de la nave central se refiere, no así en el muro de la nave lateral sur. Ambos tramos se separan mediante un contrafuerte que se va uniendo a los siguientes con arcos de medio punto. El mismo ritmo se ve en el muro que cierra el brazo sur, pero en el correspondiente a la nave lateral.

Uno de los vanos tipo saetera que iluminan por el sur la nave central de la catedral. FOTO: J.M.G.
Uno de los vanos tipo saetera que iluminan por el sur la nave central de la catedral. FOTO: J.M.G.

En esta terraza obtenemos una primera comprobación de que una buena parte de la ornamentación escultórica de la catedral se halla en los muros primitivos de la cabecera y del crucero. Hay decoración en los canecillos, en las metopas interiores y en el intradós de los arquillos de descarga.

   Queda constancia, sin ninguna duda, de algo que vemos en tantas catedrales medievales, que el artista cuidaba hasta el último detalle en la decoración escultórica aunque se tratase de zonas del edificio de difícil acceso.

   María Díaz Tíe señala algo que, una vez arriba, es evidente: dos modalidades de ornamentación externa, una, la de los muros orientales de los dos brazos del crucero en sus ángulos con los muros norte y sur de la capilla mayor, y la ornamentación de los muros occidentales del transepto en unión con los muros norte y sur de las naves de la basílica. Así, en la zona de la cabecera mencionada, el intradós de los arquitos está muy ornamentado, hay canecillos y metopas con decoración animada y otros detalles para una próxima visita.

   Permanecemos en el ya mencionado ángulo suroeste del crucero. Ahí contemplamos decoración antropomorfa, zoomorfa y vegetal. Nos estamos moviendo en una zona que data de los siglos XII y primeros años del XIII. Observamos un personaje que porta una llave en la mano derecha y en la izquierda agarra lo que semeja un recipiente, también vemos a otro que lee un libro y al lado, un tercer personaje levanta el dedo sobre su libro como si fuese un profesor que enseña a su discípulo. También aparece Cristo, en actitud de bendecir. Hay igualmente elementos vegetales con hojas carnosas en placas recortadas que forman entre todas el verdadero jardín pétreo de esta catedral con variedad de diseños, un espectáculo de sensaciones: hojas con eje perlado y parte terminal rizada, muy clásica y muy simétrica, dice Pita Andrade, pero menos desarrollada que las utilizadas por el Maestro Mateo en Santiago.

Bella y simple ornamentación vegetal de un capitel en un vano. FOTO: J.M.G.
Bella y simple ornamentación vegetal del capitel de un vano. FOTO: J.M.G.

   Cabezas de animales decoran también esta zona exterior e íntima, pues no se ve desde la calle, con caras extrañas; hay arpías, seres híbridos… Se advierte la influencia compostelana, notándose esa transición de geometría, en la cabecera, a la profusión decorativa del occidente del crucero, no exenta de originalidad. Otro detalle claro es cómo sobre la cornisa que se extiende por encima de las piezas formando arquillos discurre na serie de bolas, motivo ornamental que Pita Andrade ve en la Península durante la época de construcción de esta zona de la catedral, detalle que se advierte en tierras zamoranas y de Salamanca pues bolas de pequeño tamaño decoran los cimborrios de la catedral salmantina y de la colegiata de Toro.

Un maestro parece estar dictando una lección... FOTO: J.M.G.
Un maestro parece estar dictando una lección… FOTO: J.M.G.

 

...a su alumno en dos metopas de este ángulo catedralicio. FOTO: J. M. G.
…a su alumno en dos metopas de este ángulo catedralicio. FOTO: J. M. G.

   En un lateral de esta terraza se observa, hacia el oeste, una escalera de acero que permite el acceso al tejado de la nave lateral sur. Desde la cima de esa escalera hay una vista del centro histórico de la ciudad hacia su Praza Maior. De frente, hacia abajo, tenemos el tejado de la citada nace sur, que desemboca a poniente junto al vertical, pesado y no menos imponente muro de la torre de San Martiño.

Escultura antropomorfa en una metopa. FOTO: J. M. G.
Personaje sentado que con su mano izquierda sostiene un libro abierto y con el índice de la derecha señala dicho libro. FOTO: J. M. G.
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Detalle zoomorfo en otra metopa del muro oeste del brazo sur del crucero que representa a una sirena pájaro con cabeza masculina. FOTO: J. M. G.

   El calor aprieta y las moscas son especialmente pesadas. Hacemos un descanso antes de regresar al husillo para seguir subiendo. Por momentos el ambiente nos hace sentir como si estuviésemos en otro lugar, un lugar, desde luego, maravilloso.

Ornamentación vegetal de otra metopa. Obsérvese cómo el escultor compuso la flor. FOTO: J. M. G.
Ornamentación vegetal de otra metopa. Obsérvese cómo el escultor compuso la flor. FOTO: J. M. G.
Línea de bolas pétreas sobre la cornisa y decoración geométrica en los canecillos. FOTO: J.M.G.
Línea de bolas pétreas sobre la cornisa y decoración geométrica en los canecillos. En el intrados de los arquillos vemos elementos vegetales y antropomorfos. En el de la derecha hay un ángel. La decoración de las hojas llama la atención por su carnosidad y volumen. Obsérvese también la decoración de las metopas. FOTO: J.M.G.

Continuaremos recorriendo este otro Ourense fascinante desde el cielo de la ciudad…

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