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Una historia para la sede del Concello de Ourense

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La sede del Concello preside la Praza Maior. FOTOS: J. M. G.

JESÚS MANUEL GARCÍA. Una interesante aportación para el mejor conocimiento del patrimonio histórico de la ciudad de Ourense, en este caso, de su sede municipal, es la que acaba de realizar el investigador Avelino Rodríguez González, con su monografía A Casa do Concello de Ourense, publicada como anexo 34 del prestigioso Boletín Auriense por el Grupo Marcelo Macías. Pretende el autor facilitar datos nuevos sobre un tema poco estudiado, pues la primera en abordarlo en un artículo y de modo general fue Olga Gallego, que en 1980 publicó dicha síntesis. Otras contribuciones posteriores redundaron en lo que Gallego había hecho público. Avelino Rodríguez, paciente y gran investigador de Ourense, traza un recorrido apasionante de la historia de la institución municipal. En la Edad Media el señor de la ciudad era el obispo, que elegía a los jueces y a los regidores y, como señala el autor, en asuntos de gran importancia parecía actuar el propio prelado como presidente. El gran poder que poseía la mitra auriense se debía, a las «concesións relacionadas coas disputas das fillas de Alfonso VI (1071-1109)». Todavía en el siglo XV los hombres del Concello se reunían en espacios eclesiásticos como la iglesia de Santa María Nai o la Catedral, en cuyo nártex del Paraíso se dieron documentos de la ciudad.

   En aquellos años y anteriores, en Ourense se vivía la tensión entre el Concello y el obispo pues la ciudad quería hacerse con el poder quitándoselo al prelado. El primer edificio municipal se comenzó a construir en el primer tercio del XVI, tiempos prósperos en una ciudad que estaba registrando importantes obras en la Ponte Maior, también en la Catedral, piénsese en las reconstrucciones tras el asalto condal y en la obra de construcción del cimborrio de Rodrigo de Badajoz. El escudo que se le puso era el imperial de Carlos I, que permaneció en la puerta de acceso hasta el siglo XIX, siendo recolocado en el interior. El edificio primitivo disponía de balcón, elemento que en la época era muy demandado porque permitía ver los acontecimientos festivos varios que tenían lugar en aquel espacio público urbano. Incluso nos dice Rodríguez que el propio Cabildo catedralicio se hizo con casas en dicha plaza para no perderse lo que allí aconteciera a lo largo del año.

   Aquel inmueble seguía el modelo del pazo urbano con patio interior desde el que se subía a la planta superior y disponía de oratorio, espacio típico en la Edad Moderna, junto al que se situaba el salón de sesiones. El inmueble fue cayendo en el abandono en el sentido de que no se efectuaron reparaciones a medida que se iban haciendo necesarias, teniendo que actuar Castro Canseco en el siglo XVII, que se estrenaba con esta obra como arquitecto. Francisco de Castro y Canseco era un escultor y maestro de arquitectura importante en la Galicia del momento. De su buen hacer sabemos bien en Ourense tan pronto como accedemos a la Capilla del Santo Cristo en la Catedral. Este maestro reformó el edificio y le colocó el escudo de Carlos II.

   Mas el edificio continuó siendo objeto de reparaciones a lo largo de los siglos XVIII y XIX hasta que presentó un estado de ruina en octubre de 1873 viniéndose abajo su parte superior. Y se encargó la nueva obra a Manuel de Uceda, que diseñó el edificio actual. Su proyecto recibió la aprobación de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1875. Mientras duraron las obras la corporación se reunió en otro local de la misma plaza, que entonces se llamaba Plaza de la República Federal. José Antonio Queralt propuso otra reforma para modificar los vanos del salón de plenos y para dotar al edificio de una balaustrada pétrea que cerrase el soportal por el lado de la rúa da Barreira. El 24 de octubre de 1888 presentó un proyecto para realzar la fachada del Concello de modo que el primer piso mostrase al exterior su importancia en relación con el segundo. Una de las últimas actuaciones fue la ornamentación del salón de sesiones, cuyo concurso para el proyecto se abrió en 1890. Dicho salón presenta una profusa decoración a base de molduras, elementos vegetales, frutos varios, cornucopias demostrando todo un clasicismo adobado con volutas, hojas de acanto y el escudo de la ciudad flanqueado por sendos angelotes. Presenta este salón, además, vanos adintelados en su cuerpo inferior presentando arcos pinjantes en el superior.

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Detalle decorativo del escudo de la ciudad.
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Aspecto de la presidencia del salón de sesiones.

Como este edificio comenzó a quedarse pequeño para la actividad municipal, se acometió una ampliación en los años cuarenta del siglo XX. Se le dotó de una nueva planta que no se asomaría a la fachada principal. En los años sesenta hubo que adquirir el contiguo inmueble de la Cárcere da Coroa y hoy las oficinas municipales están repartidas en varios inmuebles.

Es importante ver cómo la autoridad municipal decidió ubicarse al lado del palacio del obispo, para situarse al mismo nivel del que fuera señor absoluto de la ciudad. Los espacios en el centro histórico guardan relaciones de poder. Solo hay que descubrirlos para ver dónde y cómo se situaban las sedes de las autoridades formando un hinterland del mayor interés en la ciudad histórica. Avelino Rodríguez traza en este libro una historia local intensa e imprescindible para conocer otros varios aspectos del pasado de esta ciudad.

Publicado enConcello de OurenseInvestigaciónPatrimonio

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