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Indagaciones en la imagen de la Virgen de As Ermitas

Imagen vestida de la Virgen de As Ermitas, en su santuario en O Bolo. FOTO: Cedida.
Imagen vestida de la Virgen de As Ermitas, en su santuario en O Bolo. FOTO: Roberto Quintero. Cedida.

 JESÚS MANUEL GARCÍA. El arte y la devoción hicieron que a nuestros días llegase la imagen de la Virgen de As Ermitas tal como se muestra, es decir, vestida con túnica, manto y rica corona que rodea su cara y corona su cabeza. Esta imagen tiene en su regazo al Niño Jesús. Ella es la que da sentido a todo el santuario que, con un rico programa iconográfico a la orilla del río Bibei, en el municipio de O Bolo, se levanta majestuoso en medio de aquella garganta geológica amenazante. Es una imagen que describe una pirámide o un triángulo, presidiendo la capilla mayor de su santuario.

   Mas una imagen de vestir despierta sana curiosidad para ver si en verdad esta Virgen es así o en realidad oculta una talla de interés. En esta empresa se volcaron en los años 90 del pasado siglo los especialistas en arte, María Victoria Carballo-Calero, Antonio Bonet Correa y Miguel Ángel González. En el siglo XVIII, Juan Manuel Contreras, en su obra sobre este santuario, escribió que la imagen de María “es de madera y los colores del ropaje, en que sobresale el encarnado, están bastante caídos como el dorado de la orla, que apenas se conoce, todo lo cual manifiesta su antigüedad. Está en pie sobre su peana de madera, y con ella tiene de altura cuatro pies. El color del rostro es moreno pero muy agraciado y sobresale algo lo encarnado, que le hace majestuoso y grave. Los ojos negros, vivos y alegres, pero al mismo tiempo modestos, que infunden respeto y veneración”. Contreras señala que ya en su época se decía qué podían ocultar sus vestidos, pero el administrador del santuario lo impedía “pues el respeto que causa la Santa Imagen impide se la registre”. El Niño se le hizo nuevo, para poder cubrir a su madre con el vestido. Sus manos son postizas, dice Contreras, que consideraba que las originales quedaban ocultas tras el ropaje.

Fotografía del santuario en el año 1934. FOTO: Cedida.
Fotografía del santuario en el año 1934. FOTO: Cedida.

   Carballo-Calero, Bonet y González dedujeron que lo más probable es que debajo de esas vestiduras se halle una talla de la Virgen en madera y que podría ser o románica o gótica camuflada bajo muchos postizos. Este equipo sí pudo llevar a cabo, con respeto y sin herir ninguna sensibilidad, la exploración de la imagen bajo sus ropajes. Se realizó un estudio detallado que les permitió concluir que la imagen original de Nuestra Senora de As Ermitas es una talla sedente, que mide sobre 58 centímetros de altura, que fue tallada en madera policromada y mutilada para poder ponerle el vestido.

  Han visto que el rostro no corresponde a la talla primitiva pues está colocado, como si fuese una máscara, sobre el original. Se calcula que la datación de la santa imagen es de los siglos XIII ó XIV. No hay documentación que hable de cuándo tuvo lugar esa transformación y se cree que el mayor cambio pudo hacérsele en el siglo XVII, tiempo de esplendor del santuario lo que hizo que a la Virgen se la vistiese y adornase al estilo de la época.

   Esta imagen tenía vestidos para cada época del año litúrgico, aparte coronas argénteas, resplandores, esclavina de plata y otros elementos que los devotos donaban para ella. En la documentación se hace referencia a la cantidad de vestidos que poseía en el año 1708: de raso verde listado, de raso alto de Milán, de raso blanco con estrellas doradas… La sobrecorona de rayos y centellas se le añadió en el XVIII.

El santuario se ubica junto a la garganta del Bibei. FOTO: Cedida.
El santuario se ubica junto a la garganta del Bibei. FOTO: Roberto Quintero. Cedida.

   Ahora es posible contemplar a la patrona de la comarca de Valdeorras en su retablo con el esplendor barroco que todo lo envuelve y que refulge con la luz, pero antaño era costumbre tener la imagen oculta con un par de cortinas, lo que acentuaba el misterio en el templo. Las cortinas solo eran descorridas durante la misa mayor en el momento del Sanctus y en los días solemnes, al ser cantado el Gloria, y por las noches se la podía ver durante el rezo de la Letanía del Rosario. A ello se añadía la infrecuente salida de la imagen en procesión, pues solo se hacía en casos urgentes y bajo permiso del obispo de Astorga.

REFERENCIA:

BONET CORREA, A.; CARBALLO-CALERO, Mª V.: GONZÁLEZ GARCÍA, M. Á. : El Santuario de Nuestra Señora de las Ermitas, Santiago, Consellería de Cultura, 1996.

Publicado enArteAs ErmitasInvestigaciónO BoloOurensePatrimonio

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