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La dedicación de una catedral

Cruz de consagración en el muro de la nave lateral sur. FOTO: J.M.G.
Cruz de consagración en el muro de la nave lateral sur. FOTO: J.M.G.

JESÚS MANUEL GARCÍA. Cuando visitamos catedrales, todavía hay gente que pregunta qué son unas marcas grabadas en la piedra y que representan cruces que se repiten en distintos lugares del templo. Tales signos son las llamadas cruces de consagración. La fiesta de la dedicación de la catedral de Ourense es el 23 de junio y en ella lo que se celebra es la última consagración de la basílica.

   Por norma general, un templo se consagra una sola vez, excepto si con el paso del tiempo se efectúan grandes obras en su estructura que obliguen a repetir la citada ceremonia. Esto ha sucedido en el caso ourensano, donde su principal templo fue consagrado en 1188 bajo el pontificado del obispo Alfonso I. Hubo otra  en el siglo XVI, pues en 1515 hacía pocos años que se acababa de construir el cimborrio y se había colocado el retablo mayor. Una tercera consagración tuvo lugar en el siglo XVIII ya que en 1720 se pusieron las reliquias de varios santos en el presbiterio. Los restos de Facundo, Eufemia, Primitivo se colocaron a ambos lados del retablo mayor, en dos estructuras barrocas que no desentonan con el citado retablo en conjunto. Así pues, la fiesta de la dedicación del templo que hoy sigue teniendo lugar se refiere a esta última consagración del mismo, a la de 1720, como dice Miguel Ángel González, canónigo archivero.

   Cuando por motivo de las disposiciones del Concilio Vaticano II se colocó la mesa del altar mayor en el centro del crucero, solamente se consagró dicho altar, no la catedral entera, la cual se halla dedicada toda ella a Dios para siempre en un acto en el que se pide su bendición sobre el edificio y sobre el altar cada año. Así lo expresa el Rito de la Dedicación de iglesias y altares, una de las más solemnes y expresivas celebraciones reservadas al obispo.

Una de las cruces de consagración, en el deambulatorio. FOTO: J.M.G.
Una de las cruces de consagración, en el deambulatorio. Se aprecian las huellas del aplique que sostiene la vela que arde durante cada 23 de junio. FOTO: J.M.G.

   En Ourense, el 23 de junio, el cabildo celebra su misa matinal para recordar esta dedicación y durante todo el dia se colocan velas que se sostienen en una pieza metálica situada en cada una de esas cruces. Arden durante toda la jornada hasta consumirse. El antecedente de la ceremonia de dedicación de la catedral lo encontramos en la consagración del Templo de Jerusalén. Siglos después, con motivo de la restauración del culto en el tiempo de los Macabeos, se fijó la fiesta Hanukah para celebrar el aniversario de la dedicación del templo.

   El obispo de León, Julián López, escribió sobre la catedral de su diócesis una magnífica carta pastoral explicando su simbolismo y significado. Así nos dice que las primeras dedicaciones de templos cristianos de las que hay noticia nos llevan al siglo IV y solo hacen referencia a la celebración de la misa y a la participación de muchos obispos. Después se puso en práctica el sepultar reliquias de mártires debajo de la mesa del altar, evocando las palabras del Apocalipsis 6, 9: Al pie del altar vi las almas de los que habían sido degollados por causa de la palabra de Dios.

   En la Edad Media se añadieron otros ritos a estos configurando una celebración larga y complicada pues incluía exorcismos, aspersiones dentro y fuera del edificio, apertura solemne de sus puertas, escritura del alfabeto griego sobre el pavimento a modo de toma de posesión, especialmente trazado del las letras alfa y omega con el báculo del obispo, pues tomaba posesión del edificio en nombre de Cristo; canto de numerosos salmos, antífonas, plegarias de consagración, unciones en cada una de las cruces, deposición de reliquias bajo el altar y misa. En el caso de la catedral de León se dieron dos consagraciones y ambas siguieron este ritual mencionado por su actual prelado. En nuestros días la dedicación de la catedral es mucho más sencilla, el rito se abrevió bastante tras el Vaticano II y consta de cuatro partes: aspersión con agua bendita, proclamación de la palabra de Dios, unción del altar y muros y una misa. Todo ello debe realizarse en domingo. La celebración cada año del aniversario de la dedicación de la catedral es para toda la diócesis y se ve “como la fiesta conmemorativa del Bautismo, no de un individuo sino de la comunidad cristiana”, señala monseñor López.

 Las cruces de consagración son distintas en la catedral de Santiago, pues están más decoradas y poseen todas ellas una inscripción en latín. Recientemente, con motivo de los 800 años de esta catedral, se celebró una ceremonia que intentaba rememorar la consagración de la basílica y una procesión litúrgica de prelados fue recorriendo el templo para visitar cada cruz, momento en el que el coro entonaba el texto que exhibe cada una de ellas.

Cruz de consagración de la catedral compostelana. FOTO: J.M.G.
Cruz de consagración de la catedral compostelana. FOTO: J.M.G.

   Y todo esto se hace porque la catedral es un edificio especial, la iglesia madre de una diócesis, sede del obispo, donde tiene su cátedra que es signo de su magisterio y de su potestad como pastor de una Iglesia particular. La historia de Ourense, de algún modo, está adherida a los muros de su catedral por siglos, de ahí el interés que suscita en tantos estudiosos este edificio, donde conviven la fe, la teología, la arquitectura, las artes decorativas, la escultura, la pintura, la bibliografía, la música, la filosofía… en definitiva, la sabiduría. Y, desde luego, la belleza.

REFERENCIAS:

LÓPEZ, J. : “Amo la belleza de tu casa. Carta pastoral con motivo del VII Centenario de la Dedicación de la catedral de León” en Boletín Oficial del Obispado de León, León, 2003.

Ritual de la Dedicación de iglesias y de altares, Madrid, Comisión Episcopal Española de Liturgia, 1996.

Publicado enCatedral de OurenseHistoriaPatrimonio

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